Corría el año 2014 cuando Carlota Corredera se vio envuelta en un proceso judicial debido a una polémica surgida en los primeros años de Sálvame, más concretamente alrededor de 2010 o 2011, cuando aún estaba vinculada al programa “Dónde estás corazón” en Antena 3.
La controversia giraba en torno a una supuesta “hermana secreta” de Belén Esteban, tema que desató una verdadera guerra mediática entre ambos programas.
En aquel entonces, dos personajes poco conocidos presentaron una investigación sobre esta supuesta hermana secreta, aportando grabaciones y datos que relacionaban a periodistas y figuras del mundo del corazón.
Entre ellas, una llamada a una periodista llamada Jiménez, que trabajaba en “Dónde estás corazón”, en la que reconocía haber escuchado rumores sin haberlos confirmado.
Este fue el detonante para que desde Sálvame se desatara una campaña de acoso mediático contra Jiménez, que terminó por afectar gravemente su carrera profesional.
La periodista fue prácticamente borrada del mapa televisivo, un destino que muchos han comparado con el trato que ha recibido Antonio David Flores en años recientes.
Durante el juicio, Carlota Corredera, que en ese momento dirigía Sálvame Deluxe —aunque sólo una vez por semana—, fue llamada a declarar.
Su actitud fue calificada por el juez como arrogante y prepotente, ya que en varias ocasiones afirmó no recordar los hechos ni los insultos vertidos contra Jiménez durante el programa.
El juez no dudó en reprender a Corredera, enumerando una larga lista de insultos y barbaridades que se lanzaron en aquel episodio contra la periodista, y cuestionando su falta de memoria selectiva.
Según el magistrado, la presentadora parecía olvidar convenientemente lo ocurrido, a pesar de que aquella emisión alcanzó picos de audiencia del 35%, lo que evidenciaba la gravedad del escarnio público.
Este episodio ha sido interpretado por muchos como una muestra del cinismo y la hipocresía dentro del mundo del corazón, donde la defensa de ciertos valores, como el feminismo, parece haberse aplicado de forma muy selectiva.
En aquella época, Carlota Corredera no mostró una postura activa en proteger la imagen de una mujer víctima de acoso mediático, algo que contrasta con la imagen pública que proyecta hoy en día.
El juicio y la humillación pública a la que fue sometida Corredera han sido recuperados recientemente en un vídeo que ha circulado en redes sociales, generando un intenso debate entre seguidores y críticos del programa Sálvame.
Muchos usuarios han expresado su sorpresa ante la diferencia entre la actitud mostrada entonces y la actual de la presentadora.
Además, este caso pone en perspectiva las relaciones y conflictos que rodean a figuras como Rocío Carrasco, Rocío Flores y Antonio David Flores, quienes también han sido protagonistas de intensas polémicas en el mismo entorno mediático.
La historia de Sálvame está llena de episodios que reflejan la complejidad y a menudo la brutalidad del mundo del corazón.
La polémica también invita a reflexionar sobre el papel de los medios en la construcción y destrucción de reputaciones, y cómo las personas que trabajan tras las cámaras pueden verse envueltas en situaciones que luego afectan su imagen pública.
En definitiva, el recuerdo de este juicio y la actitud del juez hacia Carlota Corredera son un llamado a no olvidar el pasado, especialmente cuando se trata de defender valores como el respeto y la dignidad, tanto en la televisión como en la vida pública.
Queda por ver cómo esta revelación afectará la percepción que el público tiene de Carlota Corredera y si influirá en la forma en que se abordan futuras polémicas dentro del programa.
Por ahora, el vídeo con el fragmento del juicio sigue circulando, y muchos esperan que sirva para abrir un debate más profundo sobre la ética y responsabilidad en los medios de comunicación.
Así, mientras la audiencia sigue atenta a cada movimiento de las figuras mediáticas, esta historia nos recuerda que detrás del brillo y el glamour, existen realidades mucho más duras y complejas que merecen ser conocidas y analizadas con rigor.