Uno de los momentos de mayor tensión en el reciente debate de los aspirantes republicanos fue cuando la moderadora Megyn Kelly le preguntó a Donald Trump si le parecía apropiado de parte de alguien que podría ser electo presidente referirse a las mujeres en su cuenta de Twitter diciendo que no le gustan “las cerdas gordas,
perras, holgazanas y animales desagradables”. El magnate la interrumpió acotando que eso lo ha dicho “sólo a Rosie O’Donnell”, para regocijo de mucho del público asistente, y para luego aceptar que también ha usado tales calificativos denigrantes en otros casos además del de O’Donnell,
una comediante, activista pro LGBT y personalidad televisiva.
Esa actitud de Trump le dio el toque misógino a su participación en el debate y, después, él prosiguió en Twitter en tono de reproche cuestionando el desempeño de Kelly, que en general Trump consideró “no muy bueno o profesional”.
Pero una respuesta breve pero punzante le llegó a Trump directamente desde la cuenta de Twitter de O’Donnell. Ella le devolvió el golpe simplemente diciéndole que “trate de explicarle eso a sus hijos”. Entre líneas uno puede suponer que con ello O’Donnell alude a las tres mujeres con las que Trump ha estado casado y tenido hijos, pero no está claro si en ello alega sobre posibles gustos o hipocresías de Trump, sobre la apariencia de sus parejas o sobre el parecido que sus hijos puedan tener con sus madres.
A finales de 2006, O’Donnell se enfrentó a Trump cuando dijo que el magnate por sus numerosos escándalos maritales y sus bancarrotas no tenía la autoridad moral para ser referente de las jóvenes estadounidenses y de las chicas de veintitantos años que participan en el certamen Miss Universo (cuyos derechos le pertenecen a Trump), luego de que él reinstaló como Miss USA a una joven que había violado ciertos lineamientos del concurso. El magnate se tomó muy a mal esas acusaciones y emprendió una campaña de ataques mediáticos y calificativos despectivos contra O’Donnell. Lo del debate fue una suerte de continuación de esa larga enemistad.
Y aunque el tuit de O’Donnell tiene su ingenio ácido, al parecer padece de lo mismo que le critica a Trump: un ataque indiscriminado surgido del hígado, que se lleva entre los pies a terceras personas, pero aderezado con cierto humor hostil. Dos caras de la misma moneda.
Pero más allá de la anécdota y su chismografía, el incidente puso en evidencia que el proceso electoral republicano se ha convertido en cierto grado en una telenovela o en un programa de pleitos de la farándula que supera los sueños de muchos guionistas de reality shows.
Y quizá, como se le atribuye haber dicho a Ronald Reagan, la moraleja para Trump, O’Donnell y los republicanos en este caso cabe en una frase del actor convertido en presidente, que en su carrera aprendió a nadar por igual en las aguas de la farándula y la política: “cuando no puedes hacerles ver la luz, haz que sientan el calor”.
El verano de esta primaria republicana aún no se termina.