Apenas se hicieron públicas las solicitudes para registrar como marcas el nombre de Carlos Manzo y el Movimiento Independiente del Sombrero, el clima político en Michoacán se incendió.

Surgió una pregunta que hoy divide a la opinión pública: ¿el legado de un hombre asesinado por luchar contra la corrupción está siendo convertido en herramienta electoral por quienes decían honrar su memoria?

¿Y desde cuándo la muerte de Manzo se transformó en el punto de partida de un proyecto político tejido en silencio?

Las dudas no surgieron de la nada. Se alimentan de una cadena de hechos que se enlazan de manera tan precisa que difícilmente pueden considerarse casuales.

En el centro de esta trama aparecen dos figuras: la alcaldesa de Uruapan, Grecia Quiroz, y el diputado del sombrero, Tafoya.

Sus movimientos recientes, desde el respaldo político mutuo hasta el registro de marcas vinculadas al fallecido, despiertan interrogantes incómodas: ¿es simple coincidencia o un plan calculado milimétricamente?

La controversia resurgió con más fuerza cuando muchos recordaron que Fernández Noroña había lanzado advertencias meses atrás.

Aseguró que Quiroz se había desplazado hacia una postura ultraderechista y que estaba preparando su candidatura a la gubernatura de Michoacán.

En su momento, sus palabras fueron vistas como una crítica exagerada. Pero hoy, cada pieza parece encajar exactamente como él había anticipado.

El punto de quiebre llegó cuando Santiago Nieto, titular del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, confirmó que Quiroz presentó el 14 de noviembre solicitudes para registrar las marcas “Carlos Manzo” y “Movimiento Independiente del Sombrero” con fines políticos: organización de reuniones, actividades de lobby y estructura electoral.

No se trata de una acción simbólica para proteger la memoria de Manzo, sino de un paso legal para convertir su nombre y su movimiento en un activo exclusivo.

Las críticas se intensificaron al considerar la posición actual de Quiroz. No es una viuda desamparada intentando sostener a su familia ni alguien buscando preservar el legado de su esposo.

Es la alcaldesa electa de Uruapan, con poder, recursos y aspiraciones crecientes. En ese contexto, registrar el nombre del fallecido como propiedad exclusiva no suena a homenaje, sino a estrategia.

A todo ello se suma la cercanía visible entre Quiroz y Tafoya. Varias imágenes captaron sus miradas y gestos cómplices en actos públicos, justo cuando se gestionaban las solicitudes de registro.

En redes sociales, internautas comenzaron a especular sobre una posible relación sentimental, incluso un triángulo profundamente incómodo en el que la muerte de Manzo podría ser el punto de partida.

Aunque nada de esto se ha comprobado, estas teorías se fortalecen con la secuencia de eventos: la muerte de Manzo, la llegada de Quiroz a la alcaldía, su ambición por la gubernatura, los cuatro cuerpos hallados en un rancho de Tafoya y la apropiación legal del legado político de Manzo.

Jobat DS, conductor del video, calificó la maniobra como “lucrar con el legado de un muerto”, una traición directa al nombre de Manzo.

Dijo que, si Quiroz estuviera desempleada o necesitada, registrar la marca sería comprensible como un intento de proteger a sus hijos. Pero siendo una autoridad electa, la acción adquiere un tono de aprovechamiento político difícil de justificar.

Con una marca registrada, el equipo de Quiroz y Tafoya podría controlar la imagen, el mensaje y hasta la estructura que en vida representó Manzo.

Ese es el mayor riesgo: convertir nombres y movimientos sociales en propiedad exclusiva de un pequeño grupo político, alterando el sentido original de la lucha de Manzo, quien abogó por la independencia y la libertad ciudadana.

En medio de las interrogantes que siguen creciendo, surge una inquietud mayor: ¿estamos ante una nueva fórmula de poder, donde el nombre de un muerto se utiliza como “marca política” para cimentar carreras personales? Y si esto es así, ¿qué precedente deja para el futuro inmediato de la política mexicana?

Las investigaciones deberán profundizar en las solicitudes, en los vínculos políticos y en la secuencia de hechos que rodean a Quiroz y Tafoya.

Porque cuando la ambición se construye sobre la memoria de alguien que ya no puede defenderse, la frontera entre estrategia y traición se vuelve peligrosamente delgada.

Aún no existe una respuesta definitiva. Pero lo cierto es que este caso continuará sacudiendo a México, porque no solo habla de aspiraciones políticas, sino también de ética, memoria y el respeto debido a quienes ya no están.