Mazatlán, una ciudad turística vibrante frente al Pacífico, continúa sacudida por un misterio que se ha prolongado más de tres semanas sin respuestas claras.
Un joven entra al baño de un reconocido antro frente al malecón. Su prima lo ve caminar hacia allí. Solo minutos después, desaparece como si jamás hubiera existido.
La pregunta que hoy indigna a todo México es directa y perturbadora: ¿Cómo puede desaparecer un ciudadano en un baño lleno de vigilancia y personal, en un local abarrotado, sin que nadie lo vea salir? ¿Qué secreto se esconde bajo las baldosas de Terraza Valentinos?
Carlos Emilio, de 24 años, con trabajo estable y planes de futuro, salió aquella noche acompañado de dos primas mayores que él.

Todo transcurría con normalidad hasta el momento en que Carlos se levantó para ir al baño. Una de las primas asegura que lo vio entrar y que jamás lo vio regresar.
Pasaron menos de diez minutos cuando la inquietud empezó a crecer. Al acercarse al baño, una empleada del bar se interpuso de manera agresiva, impidiendo el paso sin ofrecer explicación alguna.
La prima se inclinó para mirar y vio movimiento dentro, junto con unos tenis que no eran los de Carlos. Por su insistencia, fue intimidada y obligada a regresar a la mesa.
Minutos después, incapaces de encontrarlo dentro del local, salieron a buscarlo afuera mientras llamaban a su celular. El teléfono sonó varias veces, señal inequívoca de que Carlos seguía cerca y con vida.

Sin embargo, cuando intentaron reingresar al bar, los guardias les negaron la entrada, pese a que sus pertenencias y la cuenta seguían dentro.
Finalmente, casi a las 2:40 de la madrugada, les permitieron volver apenas para recuperar las cosas y pagar la cuenta que, irónicamente, debía cubrir Carlos.
No hubo noticias suyas. Más tarde, alrededor de las 3:30, el teléfono dejó de sonar y se apagó definitivamente.
Para la madre del joven, no existe duda alguna: Carlos nunca salió del bar por su propia voluntad. Si lo hizo, tuvo que ser bajo amenaza.

La familia insiste: Carlos no tenía motivo alguno para irse solo, sin avisar, sin pagar, sin sus primas. No estaba alterado ni discutió con nadie. Todo apunta a que fue retenido dentro del establecimiento.
El caso alcanzó un punto de máxima tensión cuando surgió en redes la declaración de un presunto ex trabajador de Terraza Valentinos.
Según su testimonio, debajo del baño existe un túnel secreto con varias salidas, incluida una hacia el embarcadero. Asegura que allí se han realizado operaciones de drogas e incluso tráfico de personas, y que al personal se le paga por guardar silencio.
Otra fuente que dijo haber trabajado en el lugar confirmó una historia similar. Aunque aún no existe verificación formal, estas denuncias han encendido alarmas sobre la posible existencia de una red criminal operando justo bajo los pies de cientos de clientes cada semana.

El factor más preocupante: el propietario del bar es un alto funcionario del gobierno estatal. Se trata del Secretario de Economía de Sinaloa, un hombre con poder, conexiones políticas y capacidad de influir en el curso de una investigación. Este vínculo ha generado sospechas razonables de encubrimiento.
La desaparición ocurrió en domingo, pero la denuncia formal se recibió hasta el lunes. Una práctica tristemente común que deja sin acción las primeras horas críticas de búsqueda.
Cuando la madre exigió acceso a las cámaras de seguridad, no le fue concedido. Solo después de seis días, los videos fueron entregados a la fiscalía. Para la familia, era demasiado tarde para confiar en su integridad. “¿Por qué entregarlo tan tarde, si no tienen nada que ocultar?”, cuestiona la madre.
El tiempo es el enemigo más cruel en los casos de desaparición. Cualquier retraso puede marcar la diferencia entre salvar una vida o perderla para siempre. Las acciones del propietario y del personal del bar generan la impresión de una operación para borrar evidencias.

Cabe recordar que Mazatlán ha sido escenario de la construcción de túneles por parte del crimen organizado durante años. Estructuras que conectan hoteles, casas y bodegas con zonas marítimas para el transporte clandestino. Por lo tanto, la existencia de un túnel en un antro no es una teoría descabellada.
Hoy la exigencia social es clara:
• Una inspección técnica del área del baño con sensores de vacíos estructurales
• La recuperación total del material audiovisual del local y alrededores
• Un análisis de los movimientos del celular y cámaras del malecón
• La identificación e interrogatorio de todo el personal que estuvo de turno esa noche
• Una investigación independiente por posible conflicto de interés del propietario

Han pasado más de 20 días. La madre de Carlos no ha dejado de golpear puertas, de pedir auxilio, de suplicar que alguien mire bajo el suelo, que alguien revise lo que nadie ha querido revisar.
Mientras tanto, Terraza Valentinos continúa operando como si nada hubiera pasado. La música sigue sonando sobre un piso donde podría esconderse una verdad siniestra. Y una familia sigue despertando cada día con un terror que nadie jamás debería sentir: no saber si su hijo está vivo, ni dónde está.
La verdad podría estar justo ahí, bajo la superficie. Lo único que falta es que las autoridades tengan el valor de cavar hasta encontrarla.
La investigación continúa.
El silencio no puede volverse normal.
Y Carlos Emilio no puede, bajo ninguna circunstancia, ser tratado como alguien que simplemente se evaporó.