En el programa presentado por Emma García, “Fiesta”, se vivió un episodio polémico y tenso que marcó uno de los momentos más intensos de la temporada. El plató estaba cargado de emociones cuando se presentó un conflicto entre Kiko Jiménez y una masajista, propietaria de un centro de bienestar, quien aseguró que Christian Suescun, hermano de la famosa Sofía Suescun, le debía la asombrosa cifra de 880,000 euros. La masajista afirmó que este adeudo surgió de un acuerdo verbal entre ambas partes, pero que no había sido cumplido por Christian.
La tensión en el plató fue en aumento cuando la masajista detalló el acuerdo, según el cual Christian debía promocionar su negocio de masajes a través de sus redes sociales, a cambio de recibir 15 sesiones de masaje gratuitas. Sin embargo, según la versión de la masajista, Christian no solo no cumplió con lo pactado, sino que también cortó toda comunicación con ella tras haber disfrutado de los servicios ofrecidos.La masajista, visiblemente molesta, presentó mensajes de texto que, según ella, confirmaban el acuerdo verbal y mostraban el interés de Christian en continuar beneficiándose de los servicios. Según ella, nunca hubo una sola mención en redes sociales, lo cual incumplía la parte esencial del trato. Esta falta de compromiso la llevó a buscar justicia en televisión, queriendo hacer público el conflicto y reclamar lo que consideraba justo por el trabajo prestado.
En el plató, Kiko Jiménez se mostró firme en su postura como defensor de su cuñado Christian Suescun. Jiménez cuestionó la veracidad de las acusaciones, sugiriendo que todo era una estrategia para aprovechar el momento de vulnerabilidad personal que atravesaba Christian, quien en ese momento lidiaba con problemas familiares serios. Kiko puso en duda las verdaderas intenciones de la masajista, insinuando que su motivación era ganar notoriedad pública más que resolver la disputa.
El programa, presentado por Emma García, trató de mantener el foco en la disputa central entre la masajista y Christian, aunque en varias ocasiones se hicieron alusiones a otras controversias relacionadas con la familia Suescun, incluyendo a Gloria Camila. A pesar de los esfuerzos de Emma por moderar el debate, la discusión se volvió acalorada cuando algunos panelistas sugirieron que la deuda no solo era económica, sino también moral, debido a la falta de cumplimiento de un compromiso verbal.
El enfrentamiento entre Kiko y la masajista polarizó las opiniones en el plató. Algunos colaboradores tomaron partido a favor de la masajista, argumentando que un acuerdo verbal debería ser suficiente para exigir que Christian cumpliera con su parte del trato. Por otro lado, otros panelistas, alineados con Kiko, defendieron que sin un contrato formal no se podía reclamar nada, cuestionando si realmente había algún compromiso legal que respaldara la exigencia de la masajista.
Emma García, en su papel de moderadora, intentó calmar las aguas sugiriendo que las partes involucradas buscaran una solución fuera de cámaras, aunque la masajista fue contundente al afirmar que estaba dispuesta a acudir a la vía judicial si el problema no se resolvía de manera justa. Durante el programa, se mostraron capturas de pantalla de supuestas conversaciones mantenidas a través de WhatsApp entre la masajista y Christian, que corroboraban, según ella, el acuerdo de promoción a cambio de servicios gratuitos.
El debate que surgió de este episodio planteó interrogantes sobre la validez de los acuerdos verbales en la era digital, especialmente en el contexto de las colaboraciones entre influencers y negocios. ¿Es suficiente un acuerdo verbal para exigir el cumplimiento de un compromiso en redes sociales? ¿O es necesario formalizar todos los acuerdos para evitar malentendidos y posibles disputas?
La discusión dejó al descubierto un tema cada vez más frecuente en el ámbito de las colaboraciones entre marcas e influencers. La práctica de ofrecer servicios gratuitos a cambio de menciones en redes sociales se ha vuelto común, pero cuando no se cumplen las expectativas, pueden surgir conflictos como el que se presentó en este episodio de “Fiesta”. Algunos panelistas señalaron que este tipo de acuerdos deberían regularse mejor para evitar situaciones similares en el futuro.
La masajista, visiblemente afectada, dejó claro que no buscaba fama, sino una compensación justa por los servicios prestados. Sin embargo, la falta de un acuerdo formal complicó aún más la situación, haciendo que las partes implicadas se mostraran cada vez más distantes y reacias a ceder.
Este episodio dejó abierta la puerta a futuras confrontaciones y posibles nuevas revelaciones. La polémica no se resolvió en el programa, pero dejó una importante reflexión sobre la necesidad de formalizar los acuerdos entre empresarios e influencers para garantizar que ambas partes se beneficien de la colaboración.
En un mundo donde las redes sociales juegan un papel crucial en la promoción de productos y servicios, es esencial que tanto los empresarios como los influencers establezcan relaciones comerciales claras y respeten los compromisos adquiridos. La falta de formalización puede llevar a malentendidos y tensiones, como las vividas en este episodio, donde las expectativas no cumplidas generaron un enfrentamiento que promete seguir dando de qué hablar.