La televisión española vuelve a ser escenario de un enfrentamiento cargado de polémica y revelaciones explosivas.
Marta Riesco, conocida por su presencia en los platós y su carácter directo, ha roto el silencio para denunciar lo que ella considera un trato inhumano por parte de Joaquín Prat, además de lanzar una dura crítica a Rocío Carrasco por su actitud en TVE.
El detonante fue un audio que Marta Riesco asegura haber enviado a Joaquín Prat en un momento de profunda crisis personal.
En ese mensaje, llorando y al borde del ingreso en un centro de salud mental, pidió ayuda y comprensión.

La respuesta, según Riesco, fue fría y despectiva: Prat le dijo que lo olvidara, la bloqueó y le manifestó un desprecio brutal.
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Este relato ha generado un terremoto mediático, pues pone en duda la imagen pública de uno de los presentadores más conocidos de Mediaset.
Sin embargo, analistas y espectadores han matizado que, aunque la reacción de Prat fue dura, no parece justificar la gravedad con la que Riesco lo presenta.
Algunos sugieren que se trató de un enfado comprensible ante una situación complicada y un contacto inesperado.
La historia adquiere más tintes cuando se recuerda que Marta Riesco ha tenido enfrentamientos previos en televisión, incluyendo una famosa bronca en directo con la reportera Cristina Porta en “Sálvame”, donde incluso mencionó al presidente de Mediaset, un acto poco habitual y polémico que le costó caro.

Pero el drama no se limita a Mediaset.
En TVE, Rocío Carrasco ha protagonizado también una controversia que ha dividido opiniones.
En el programa “Hasta el fin del mundo”, Carrasco se burló de José Ortega Cano con el apodo “Brave Bull Fighter” (torero bravo), haciendo referencia a una frase polémica del propio Ortega Cano.
Esta burla ha sido criticada por muchos, que consideran que se trata de un acto de acoso y falta de respeto, especialmente porque Ortega Cano ha sido objeto de un acoso mediático intenso durante años, y esta actitud de Carrasco parece alimentar esa dinámica.
El youtuber Mike Vasco ha comentado este asunto señalando la gravedad de financiar con dinero público una televisión que permite este tipo de burlas y que no educa en valores, sino que fomenta el acoso y la ridiculización de personas en situaciones vulnerables.

Además, se destaca la hipocresía en la percepción pública: mientras Rocío Carrasco es defendida por muchos como víctima, sus ataques y desprecios hacia su propia familia, incluidos sus hermanos y Ortega Cano, son minimizados o ignorados.
Ortega Cano, por su parte, ha mantenido siempre una actitud respetuosa en público, a pesar de las duras acusaciones que ha recibido.
Este choque entre figuras mediáticas refleja un problema más amplio en la televisión española: el espectáculo y el sensacionalismo parecen primar sobre el respeto y la empatía, generando un ambiente tóxico que afecta tanto a los protagonistas como a la audiencia.
En medio de esta vorágine, las audiencias de Telecinco siguen siendo altas gracias a programas como las entrevistas a Isa Pantoja y Kiko Rivera, que continúan explotando la tensa relación familiar para captar espectadores.
Sin embargo, muchos espectadores manifiestan cansancio ante la repetición de estos conflictos y la falta de soluciones reales.
El caso de Marta Riesco y su denuncia contra Joaquín Prat abre un debate sobre la responsabilidad de las figuras públicas y los medios para manejar situaciones delicadas como la salud mental de sus colaboradores y compañeros.
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¿Se está utilizando la vulnerabilidad como arma o se está realmente buscando apoyo?
Por otro lado, la polémica en TVE con Rocío Carrasco cuestiona el papel de la televisión pública en la promoción de valores y el respeto, especialmente cuando se financia con fondos que provienen de todos los ciudadanos.
En definitiva, el mundo de la televisión española está viviendo un momento convulso, donde las traiciones, las denuncias y los enfrentamientos personales se entremezclan con intereses comerciales y luchas de poder.
Los espectadores, por su parte, deben decidir si quieren seguir siendo testigos de este circo mediático o exigir un cambio que priorice la ética, la verdad y el respeto.
¿Será posible que algún día la televisión deje de ser un campo de batalla personal y se convierta en un espacio de entretenimiento sano y responsable?
Por ahora, solo queda esperar y observar cómo se desarrollan los próximos capítulos de este drama sin fin.