No basta con los impuestos asfixiantes.
No basta con la burocracia que humilla y complica la vida cotidiana.
No basta con la sanidad saturada y el abandono en los servicios públicos.
Ahora, además, te quieren silenciar.
Si te atreves a alzar la voz, a señalar los problemas, a decir que el gobierno vive desconectado del país real, te llaman violento.
Te convierten en el enemigo.
Ese es el nuevo relato que intentan vender desde el poder.
Esta semana, la portavoz Sara Santaolalla ha sido la encargada de repetirlo en televisión.
Según ella, la violencia en España no la sufren los ciudadanos.
La sufre Pedro Sánchez.
El presidente, ese que viaja en Falcon mientras tú cuentas las monedas para llenar el depósito.
El que sonríe en TikTok y desaparece cuando hay crisis.
El que llama odio a cualquier crítica porque no entiende lo que es la responsabilidad.
Pero la realidad es muy diferente.
Antonio Naranjo, periodista sin pelos en la lengua, desmontó este discurso en directo.
La dejó sin palabras, sin argumentos, frente a millones de españoles.
La violencia no la sufre el presidente.
La sufres tú.
Cada vez que subes a un tren con miedo.
Cada vez que buscas una cita médica y los turnos están en manos de mafias.
Cada vez que pides una ayuda y te la niegan, mientras otros la reciben sin ni siquiera hablar español.
La sufres cuando tienes un hijo con discapacidad y pagas el fisio de tu bolsillo.
Mientras el gobierno financia operaciones de cambio de sexo con hormonas de por vida.
La sufres tú, español de a pie, que levantas la persiana cada mañana.
Que trabajas duro y ves cómo Pedro Sánchez se lleva la mitad de tu esfuerzo.
Y encima, te llaman violento por decir basta.
¿Te suena?
Si también estás harto, no eres el único.
Este país está cansado de que le tomen por tonto.
Cansado de que la política se convierta en abuso.
De que la mayor violencia sea la que se ejerce contra quienes madrugan para levantar España.
Por eso, cada vez más voces se rebelan.
Cada vez más ciudadanos exigen respuestas.
Y no aceptan que se les silencie llamándolos radicales.
Sara, deja de defender lo indefendible.
Porque si no lo dices tú, seguirán diciendo que el agredido es quien nos lleva al abismo.
El cuento de la violencia contra el presidente es solo eso: un cuento.
En los últimos días, el debate sobre la supuesta violencia política contra Sánchez ha llenado portadas.
Santaolalla insiste en que las críticas al presidente son actos de violencia.
Pero Naranjo fue claro: esa narrativa solo busca desviar la atención de los verdaderos problemas.
La violencia real la viven los ciudadanos.
En el transporte público, con trenes que no llegan y estaciones en ruinas.
En la sanidad, con listas de espera interminables mientras se desvían fondos a otros intereses.
En la seguridad, con el aumento de la delincuencia y el miedo en las calles.
En las ayudas sociales, con trabas para acceder y favoritismos para ciertos colectivos.
En la educación, con falta de recursos y profesores.
Equiparar la crítica legítima a la violencia política es trivializar el sufrimiento real.
Es una estrategia para silenciar la disidencia y evitar rendir cuentas.
En el debate, Naranjo lo dijo alto y claro: “Lo que se pretende es convertir toda crítica y exigencia a un gobierno impresentable en violencia, y yo me niego”.
En democracia, la crítica es un derecho.
Intentar convertirla en delito es una amenaza para todos.
Los problemas reales no se solucionan ocultándolos detrás de relatos.
Si crees en la libertad de expresión y en la importancia de señalar lo que no funciona, este es tu sitio.
Deja tu comentario: “La violencia real la sufrimos los ciudadanos”.
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No dejes que te callen.
No dejes que te etiqueten por exigir lo justo.
Porque cuando el pueblo se harta, ni los platós, ni los discursos, ni las excusas sirven de escudo.
La verdad termina saliendo a la luz.
¿De qué lado estás?