La crisis que atraviesa el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ha dado un giro explosivo con la postura desafiante de Santos Cerdán, exsecretario de organización del partido.
Cerdán, implicado en un informe demoledor de la Unidad Central Operativa (UCO) que lo señala en presuntos actos de corrupción, ha dejado claro en círculos internos que no piensa caer solo.
Su resistencia a formalizar la renuncia a su escaño en el Congreso, incluso dos días después de anunciar su dimisión, ha generado una profunda alarma tanto en Moncloa como en la sede del PSOE en Ferraz.
El temor dentro del partido es que, al igual que ocurrió con José Luis Ávalos hace un año, Cerdán opte por atrincherarse en su escaño para mantener el aforamiento y usarlo como escudo y arma política.
Desde el jueves por la tarde, cuando anunció su dimisión, el retraso en la entrega formal del acta ha generado un clima de tensión e incertidumbre.
Ni en el turno matutino ni en el vespertino del viernes se presentó en el registro del Congreso la declaración necesaria para formalizar su salida.
La Mesa del Congreso sigue esperando ese documento para iniciar los trámites oficiales de su sustitución.
Sin embargo, en la dirección socialista crece la sospecha de que ese documento nunca llegará.
Según fuentes internas, Cerdán habría advertido en privado que no piensa caer solo y que, si se le deja sin cobertura legal y política, empezará a hablar en Moncloa.
Este silencio y negativa a entregar el acta ha sido interpretado como un chantaje velado, una manera de presionar al partido y al Gobierno para protegerse.
El entorno de Santos Cerdán justifica su decisión por el trato recibido tras su salida, especialmente tras las duras palabras de Pedro Sánchez, quien lo calificó como una decepción y aseguró que no debieron confiar en él.
Ahora, con un nuevo abogado y fuera del paraguas del Partido Socialista, Cerdán sabe que su única protección real pasa por conservar el escaño.
Mantener su puesto en el Congreso le garantiza el aforamiento ante el Tribunal Supremo, una protección clave frente a las querellas por delitos graves que se avecinan.
El Partido Socialista vive sus horas más tensas en años.
Diputados consultados por medios especializados admiten que el escenario recuerda a una bomba nuclear a punto de estallar.
El informe de la UCO describe a Cerdán como el jefe de una trama corrupta, pero lo que más temen en Ferraz es lo que pueda contar si decide tirar de la manta.
Las acusaciones de mirar hacia otro lado, la ruptura total con Pedro Sánchez y el resentimiento acumulado han convertido a Cerdán en un factor imprevisible dentro del partido.
Parlamentarios reconocen con resignación que es capaz de cualquier cosa y que su silencio hasta ahora no es garantía de que no vaya a revelar secretos comprometedores.
Este escenario representa un desafío sin precedentes para la estabilidad del PSOE y para la continuidad del Gobierno de Pedro Sánchez.
La amenaza de Cerdán pone en jaque la estrategia política del Ejecutivo y abre la puerta a una crisis institucional profunda.
En Moncloa, la preocupación es máxima, ya que cualquier revelación podría afectar no solo a Sánchez, sino a otros altos cargos implicados en la trama.
La situación recuerda a episodios anteriores donde la filtración de información desde dentro del partido ha provocado daños irreparables.
El desgaste político y la pérdida de confianza aumentan, mientras el PSOE intenta controlar una situación que parece escaparse de sus manos.
La presión sobre Sánchez crece, y la posibilidad de que Santos Cerdán utilice su aforamiento para negociar o para desvelar secretos es una espada de Damocles sobre el Gobierno.
Los próximos días serán cruciales para definir si Cerdán mantiene su postura y qué impacto tendrán sus decisiones en la política española.
El partido se encuentra dividido entre quienes apuestan por una salida negociada y quienes temen que la crisis derive en un colapso interno.
El silencio de Cerdán, hasta ahora, ha sido interpretado como una forma de chantaje político, pero también como una llamada de atención sobre la gravedad de las acusaciones.
La fractura interna del PSOE se profundiza, y la amenaza de “tirar de la manta” podría desencadenar una cadena de revelaciones que afecten a la cúpula socialista.
Este momento crítico pone a prueba la capacidad del partido para gestionar crisis y mantener la cohesión en medio de una tormenta política.
La ciudadanía observa con preocupación cómo se desarrollan los acontecimientos, conscientes de que el futuro político del país está en juego.
Mientras tanto, la justicia continúa su trabajo y la presión mediática no cesa, alimentando la incertidumbre sobre lo que está por venir.
En definitiva, la amenaza de Santos Cerdán es un punto de inflexión que podría cambiar el rumbo del PSOE y de la política española en general.
El desenlace de esta crisis dependerá de las decisiones que tomen los protagonistas y de la capacidad del sistema para hacer frente a la corrupción y la falta de transparencia.
Solo el tiempo dirá si esta tormenta política se convierte en un huracán capaz de derribar a Pedro Sánchez y a su equipo o si logran salir fortalecidos de esta prueba.