Pero detrás de esa imagen pública se escondía una vida marcada por decisiones difíciles, rupturas dolorosas y una batalla constante contra las adicciones.
Su historia comienza en los años 90, cuando su relación con Daniela Castro prometía ser el cuento de hadas perfecto.
Eran la pareja soñada del espectáculo mexicano, dos jóvenes estrellas en la cima de su carrera, listos para sellar su amor con una boda que todos esperaban.
Pero, justo cuando todo parecía estar listo, la realidad golpeó con fuerza.
Daniela decidió cancelar el matrimonio días antes del altar, dejando a Raúl devastado y a los fanáticos confundidos.
¿Qué pasó realmente? Daniela admitió años después que, aunque amaba a Raúl, sabía que no estaba lista para el compromiso.
Fue un acto de autoprotección que marcó el inicio de una serie de eventos que cambiarían la vida de Araiza para siempre.
La ruptura con Daniela fue solo el comienzo.
Raúl se casó años después con Fernanda Rodríguez, con quien compartió 24 años de matrimonio y tuvo dos hijas, Camila y Roberta.
Fernanda no solo fue su esposa, sino también su representante y socia de negocios, una figura clave en su vida profesional.
Pero incluso esta relación aparentemente sólida no pudo resistir las tensiones acumuladas.
En 2015, un escándalo de infidelidad sacudió su matrimonio cuando se reveló que Raúl había mantenido una relación extramarital de 12 años con la actriz Elva Jiménez.
La noticia explotó en los medios, y aunque Fernanda lo perdonó públicamente, la confianza nunca se recuperó del todo.
Para 2019, el matrimonio llegó a su fin, marcando un punto de quiebre en la vida personal de Araiza.
Tras el divorcio, Raúl intentó encontrar estabilidad en una serie de relaciones que, aunque apasionadas, resultaron efímeras.
Desde su romance con la psicóloga María Amelia Aguilar hasta su relación con la actriz colombiana Margarita Vega, cada intento parecía acercarlo más al equilibrio, pero nunca lograba sostenerlo.
En medio de estos altibajos, su lucha contra el alcoholismo se convirtió en una constante.
Raúl ha sido transparente sobre su batalla, admitiendo que el alcohol fue su refugio desde la adolescencia, una forma de escapar de las heridas emocionales que nunca logró sanar.
Su relación con su padre, el actor y director Raúl Araiza Cadena, dejó cicatrices profundas.
Cuando era joven, su padre lo envió a un colegio militar en Estados Unidos, mientras su hermano permanecía en casa.
Esa decisión lo marcó de por vida, alimentando un sentimiento de abandono que lo llevó a buscar consuelo en el alcohol.
A lo largo de su carrera, las consecuencias de su adicción fueron evidentes.
Compañeros de trabajo recuerdan verlo llegar al set intoxicado, obligando a repetir escenas y escondiéndose para beber en los baños.
Aunque intentaba cubrir el olor con mentas, sus colegas como Galilea Montijo y Andrea Legarreta sabían que algo estaba mal.
“Ahora nos reímos, pero en ese momento era muy duro verlo en sus peores momentos”, confesó Montijo en una entrevista.
Las pérdidas profesionales y personales se acumularon, pero Raúl nunca dejó de intentar salir adelante.
Su primer gran intento de rehabilitación fue hace más de una década, en una clínica en Mazatlán.
Aunque logró mantenerse sobrio por un tiempo, aprendió que la recuperación no es un destino, sino un camino que requiere esfuerzo constante.
En 2022, Raúl marcó un hito en su recuperación al tatuarse la fecha 8 de agosto de 2022, el día en que completó su programa de rehabilitación más reciente.
“Es el día en que por fin encontré lo que había estado evitando desde niño”, confesó.
Sin embargo, su batalla está lejos de terminar.
En 2025, admitió haber recaído, pero también reafirmó su compromiso de levantarse y seguir adelante.
“La enfermedad te hace volver una y otra vez, pero me levanto.
Eso es lo que importa”, declaró con honestidad.
Hoy, Raúl parece estar en un lugar más tranquilo.
Su relación con Yaya, una coach de bienestar espiritual, ha traído paz y estabilidad a su vida.
Madre de dos hijas, Yaya ha integrado a su familia con la de Raúl, creando una dinámica que él describe como “mágica”.
Aunque han decidido mantener residencias separadas, Raúl asegura que esta decisión les permite preservar la intimidad y la independencia, disfrutando del presente sin preocuparse por el futuro.
“El matrimonio no está en la agenda, simplemente vivimos el momento”, compartió en una entrevista reciente.
A pesar de todo, Raúl sigue siendo una figura querida en la televisión mexicana.
Su capacidad para convertir los momentos incómodos en risas y su transparencia sobre sus luchas personales lo han mantenido en el corazón del público.
Pero bajo esa apariencia juguetona se esconde un hombre que ha enfrentado sus demonios con valentía, aprendiendo a aceptar sus errores y a buscar la redención.
Para él, la sobriedad es un compromiso diario, no solo por él mismo, sino por sus hijas, quienes son su mayor motivación para seguir adelante.
La vida de Raúl Araiza es una historia de altibajos, de amor y pérdida, de lucha y resiliencia.
A sus 60 años, su confesión final no es solo un reconocimiento de sus errores, sino también una muestra de su fortaleza para enfrentarlos y seguir adelante.
¿Qué opinas de su historia? ¿Crees que la fama y las adicciones son inseparables, o que es posible encontrar equilibrio incluso en el mundo del espectáculo? Déjanos tu comentario y comparte esta historia para
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