Desde las primeras horas en que la imagen de la corona de tamal apareció en el funeral de Eduardo Manzano, la opinión pública mexicana quedó atrapada en un debate inesperado.
En medio del ambiente solemne de la ceremonia, donde familiares, amigos y colegas se reunieron para despedir a
una de las figuras más queridas de la comedia nacional, una corona elaborada con hojas de tamal se convirtió en el centro absoluto de atención.
Y lo más sorprendente fue descubrir que la remitente no era otra que la actriz Zully Keith, compañera cercana de Manzano en la serie Una Familia de Diez.

Entre arreglos florales sobrios y tradicionales, la corona de tamal provocó desconcierto en un principio, con algunos asistentes pensando que se trataba de una equivocación o incluso de una falta de respeto en un momento tan delicado.
Pero conforme la noticia circuló y más personas observaron la pieza, el gesto comenzó a adquirir un significado completamente distinto.
Keith confirmó después que aquel arreglo era un homenaje directo al personaje más entrañable de Manzano: “Don Arnoldo López”, famoso por su inagotable amor por los tamales.
La corona, confeccionada con decenas de hojas de tamal acomodadas cuidadosamente, destacaba no por la ostentación, sino por su simbolismo.

Para quienes crecieron viendo la serie, no había duda de que este gesto evocaba inmediatamente la esencia del personaje: su humor, su inocencia y su inconfundible obsesión por los tamales.
De pronto, aquel arreglo dejó de verse como una irreverencia y se transformó en una muestra profunda de cariño, una despedida con la misma chispa que caracterizó la carrera del actor.
En redes sociales, la reacción fue inmediata. Miles de usuarios compartieron la imagen, generando una mezcla de risas, nostalgia y debate.
Algunos celebraron el detalle como “el mejor homenaje posible”, mientras que otros consideraron inapropiado mezclar un elemento cómico con el ambiente de un funeral.

Sin embargo, la mayoría coincidió en que Eduardo Manzano, conocido por su carácter amable y su gran amor por el humor cotidiano, seguramente habría sonreído al ver ese gesto.
Incluso muchos imaginaron que habría repetido una de sus frases más memorables: “Cómo se me antojan unos tamalitos…”
El impacto del homenaje no puede separarse de la enorme trayectoria de Manzano.
Desde su trabajo con Los Polivoces, dúo humorístico que marcó época en México, hasta su interpretación icónica en Una Familia de Diez, Eduardo Manzano construyó una carrera basada en talento, disciplina y una innata capacidad para conectar con el público.
Sus expresiones, su estilo para decir cada línea y la gracia natural que lo acompañaba en pantalla hicieron de él un referente indiscutible para nuevas generaciones de actores cómicos.

Su fallecimiento el 5 de diciembre de 2025 no solo marcó el final de una notable carrera artística, sino que también dejó un vacío emocional en la industria del entretenimiento.
Compañeros y colegas compartieron anécdotas cargadas de cariño, recordando al hombre humilde, respetuoso y apasionado que dedicó más de seis décadas a hacer reír al público.
Los recuerdos inundaron redes sociales con videos, frases icónicas y escenas que hoy forman parte del patrimonio cultural de la televisión mexicana.
La presencia de la corona de tamal en su despedida adquirió así un carácter mucho más profundo. No era solo un arreglo peculiar, sino una representación de la conexión eterna entre un artista y la audiencia que lo adoptó como parte de su vida cotidiana.

Muchos asistentes, inspirados por el gesto de Keith, llevaron pequeños tamales como símbolo de afecto, transformando el funeral en un homenaje emotivo y singular.
Al concluir la ceremonia, quedó claro que aquella corona se había convertido en un emblema del adiós. No solo marcó la diferencia por su originalidad, sino porque recordó a todos que los personajes, especialmente aquellos que logran tocar a varias generaciones, nunca desaparecen del todo.
Y en el caso de Don Arnoldo, quizá no había mejor manera de decir adiós que con el mismo elemento que lo hizo inolvidable: un tamal, sencillo y cargado de significado, exactamente como el humor que Eduardo Manzano regaló durante toda su vida.