No es una historia inventada ni una serie de televisión. Paloma Nicole Arellano Escobedo, una adolescente de apenas 14 años, entró a un quirófano en Durango con la promesa de “verse más bonita” para celebrar sus 15 años… y jamás volvió con vida.
La cirugía estética, realizada por su padrastro cirujano plástico con la complicidad de su propia madre, se convirtió en un crimen imperdonable que sacudió a todo México.
Paloma era una joven alegre, apasionada por el voleibol, con el sueño de estudiar en Monterrey. Pero ese futuro se extinguió el 20 de septiembre de 2025
, cuando su corazón dejó de latir tras varios días en coma por edema cerebral, consecuencia directa de una cirugía estética clandestina que ella ni siquiera sabía que tendría.

Todo el relato sobre un supuesto COVID positivo fue una mentira elaborada por su madre, Yasmín Escobedo, y su pareja, Víctor Manuel Rosales Galindo, para ocultar el verdadero plan: someter a Paloma a una intervención de implantes mamarios, liposucción y lipotransferencia glútea como “regalo de quinceañera”.
Tras la muerte de la menor, su padre biológico, Carlos Arellano, notó algo imposible de ignorar: Paloma llevaba un corset posquirúrgico, prueba evidente de que había sido operada.
El certificado de defunción, entregado apenas diez minutos después del fallecimiento, hablaba vagamente de “edema cerebral e hipoxia”, mientras los responsables desaparecían sin dejar rastro.
Cuando Carlos ordenó abrir el ataúd, la verdad estalló: su hija tenía implantes mamarios y cicatrices quirúrgicas.

No había dudas: Paloma Nicole había sido traicionada por quienes debían protegerla.
La madre, Yasmín Escobedo, fue acusada de poner en riesgo la vida de una menor, falsificar documentos médicos y ejercer sin licencia.
El padrastro, Víctor Rosales, enfrenta cargos por negligencia y operar sin el consentimiento del padre biológico.
El caso desató indignación nacional, no solo por la tragedia familiar, sino por el silencio cómplice del sistema médico y judicial.
Circulan rumores de que el padre del cirujano, Víctor Manuel Rosales Leiva, es un juez influyente en Durango, lo que aumenta el temor de que el caso quede impune.

Varios especialistas y voces públicas han exigido el cierre definitivo de la clínica Santa María, donde se realizó la operación.
“Ninguna cirugía vale la infancia, la vida ni el alma de una niña”, declaró el periodista Daniel Novelo, quien analizó el caso en un video que conmocionó a millones.
Su mensaje fue claro: los padres deben decir NO cuando una menor pide cambiar su cuerpo, porque las inseguridades adolescentes no se curan con bisturí.

Hoy, Paloma Nicole es símbolo de una generación herida por los estándares de belleza falsos y la presión por la perfección.
Una víctima más del culto al cuerpo y del abandono moral de los adultos.
Y mientras México sigue exigiendo justicia, queda flotando una pregunta que duele:
“¿Quién protegerá a las próximas Paloma antes de que también se conviertan en un regalo de cumpleaños que jamás será abierto?”