La tensión se palpaba en el aire durante la última emisión del programa “Fiesta”, donde Ana María Aldón desató una verdadera “movida gorda”.
Una vez más, la presentadora no pudo contener su indignación y arremetió contra Gloria Camila, mientras al mismo tiempo defendía a Rocío Carrasco.
Este episodio no es nuevo; desde hace semanas se observaba una creciente animosidad entre Aldón y la familia de su exmarido, Ortega Cano.
Todo comenzó cuando, por casualidad, Ana María y Rocío se encontraron en un centro comercial, un encuentro que rápidamente se convirtió en el tema de conversación en los medios.

Aldón, al parecer, no perdió tiempo en informar a Saúl Ortiz sobre este encuentro, lo que sugiere que hay más detrás de su aparente casualidad.
Durante el programa, Aldón se mostró como la víctima de la situación, lamentándose de cómo la prensa había invadido su vida desde que comenzó su relación con Ortega Cano.
Afirmó que no la dejaban vivir en paz, ignorando que sus propias acciones han alimentado el fuego mediático.
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En lugar de quedarse al margen, ella decidió regresar a la televisión para hablar sobre temas que no le competen, como las últimas voluntades de Michu, donde claramente no tenía nada que ver.
Su actitud provocadora ha llevado a muchos a cuestionar su sinceridad y sus verdaderas intenciones.

Los espectadores se preguntan si realmente busca cerrar un ciclo en su vida o si simplemente disfruta del drama que genera.
Aldón, en su defensa de Rocío Carrasco, argumentó que ella había sido amable con ella durante su corta colaboración en el Sálvame Mediafest.
Sin embargo, muchos no se creen su versión, recordando que Carrasco tiene un historial de relaciones tensas con otras figuras del medio, incluida Carlota Corredera.
La relación entre Aldón y Carrasco parece ser más estratégica que genuina, ya que Aldón ha utilizado este vínculo para atacar a Ortega Cano, su exmarido.
La presentadora intentó justificar su cercanía con Carrasco, alegando que no podía rechazar la amistad de alguien que se había comportado bien con ella.

Pero, ¿es realmente una amistad desinteresada o simplemente una táctica para ganar notoriedad?
La indignación de Ana María Aldón se intensificó cuando se le preguntó sobre la relación entre su hija y Ortega Cano.
Aldón se mostró alterada, defendiendo su derecho a hablar de su vida y de las personas que la rodean, pero muchos la ven como alguien que no deja de buscar atención mediática.
El diálogo se tornó tenso cuando se mencionó a Gloria Camila, quien ha sido objeto de críticas por su relación con su padre.
Aldón acusó a Gloria de ser cómplice de los ataques hacia ella, lo que llevó a un intercambio acalorado en el plató.

Sin embargo, muchos se preguntan si Aldón no está proyectando su propia culpa en Gloria Camila, quien, tras todo, es solo una hija defendiendo a su padre.
A medida que el programa avanzaba, se hizo evidente que Aldón estaba más interesada en generar titulares que en resolver conflictos.
Su insistencia en hablar de su pasado y de las dificultades que ha enfrentado se sintió como una estrategia para desviar la atención de sus propias acciones.
El público ha comenzado a cansarse de este ciclo de drama constante, y muchos se preguntan si Aldón podrá mantener su relevancia en un medio que exige autenticidad.
La dinámica entre ella y los demás colaboradores del programa, como Saúl Ortiz y Miguel Frigenti, ha sido criticada, ya que parecen estar alimentando su necesidad de atención.
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El espectáculo se ha vuelto repetitivo, y la audiencia se siente atrapada en un bucle de conflictos que no parecen tener fin.
En un momento de la discusión, Ana María Aldón hizo una afirmación sorprendente, sugiriendo que Gloria Camila también había filtrado información sobre su vida personal.
Esta acusación ha dejado a muchos atónitos, ya que se siente como un intento desesperado por parte de Aldón para desviar la atención de sus propios errores.
La falta de respeto hacia Gloria y su familia es evidente, y muchos se preguntan hasta dónde está dispuesta a llegar Aldón para mantener su imagen pública.
A medida que la conversación se intensificaba, se volvió claro que Aldón estaba utilizando cada oportunidad para victimizarse, lo que ha llevado a una creciente frustración entre los espectadores.

La pregunta que queda es: ¿realmente quiere cerrar este capítulo de su vida o simplemente está buscando más drama en su día a día?
En conclusión, la situación de Ana María Aldón es un claro reflejo de la cultura del espectáculo donde el drama y la controversia son moneda corriente.
Su reciente aparición en “Fiesta” ha dejado claro que está dispuesta a hacer lo que sea necesario para permanecer en el centro de atención, incluso si eso significa atacar a otros.
Mientras su comportamiento continúa generando rechazo, la audiencia se pregunta si este ciclo de conflictos finalmente llegará a su fin.
Con cada aparición, Aldón parece estar cavando su propia tumba mediática, y muchos se preguntan si su tiempo en el centro de atención está llegando a su fin.
La historia de Ana María Aldón es un recordatorio de que en el mundo del espectáculo, a menudo, las víctimas pueden convertirse en villanas, y viceversa.