La trágica muerte de Pedro Infante el 15 de abril de 1957 dejó una marca imborrable en la historia de México.
Infante, considerado uno de los íconos más grandes de la música y el cine mexicano, perdió la vida en un accidente aéreo mientras piloteaba un avión C-87 Liberator Express,
una aeronave adaptada de un bombardero de la Segunda Guerra Mundial.
Este avión, aunque modificado para uso civil, presentaba serias fallas técnicas, lo que lo convertía en un medio de transporte peligroso, incluso para pilotos experimentados.
En ese fatídico día, Infante despegó desde el aeropuerto de Mérida, Yucatán, acompañado por el capitán Víctor M. Vidal y un mecánico de vuelo. Sin embargo, apenas alcanzaron los 200 metros de altitud, el avión perdió el control y se desplomó, estrellándose en pleno centro de la ciudad. La tragedia resultó en la muerte instantánea de los tres tripulantes, entre ellos, el querido Pedro Infante, quien contaba con solo 39 años de edad.
El impacto de esta tragedia fue devastador para los miles de fanáticos y la familia de Infante. El cantante había alcanzado una popularidad sin igual, con una carrera llena de éxitos tanto en la música como en el cine. Su fallecimiento causó una conmoción profunda en todo el país, desencadenando crisis emocionales y, en algunos casos, llevando a personas a quitarse la vida debido al dolor de su partida.
La versión oficial del accidente señaló que las fallas mecánicas del avión y un error de maniobra por parte de Infante fueron las causas principales de la catástrofe. El actor, cuya licencia de piloto había sido renovada poco antes de la tragedia, no habría seguido las especificaciones correctas de altitud y velocidad, lo que agravó el problema. Sin embargo, el trágico evento se vio envuelto en teorías conspirativas que ponían en duda la identidad del cuerpo encontrado en el lugar del accidente. La aeronave se incendió de tal manera que el cuerpo de Infante quedó irreconocible, siendo identificado únicamente por un brazalete de oro que siempre llevaba puesto.
Estas dudas sobre la autenticidad de su muerte alimentaron especulaciones durante años, con rumores que sugerían que Infante podría haber fingido su propia muerte y vivir en el anonimato. Esta teoría fue impulsada por algunos familiares del actor, quienes insistieron en que él no había muerto en el accidente, sino que había sido víctima de una conspiración. La situación se complicó aún más cuando se reveló que Infante no había dejado testamento, lo que provocó una disputa por su fortuna entre sus familiares y allegados.
A lo largo de su vida, Pedro Infante había demostrado ser un hombre complejo, enfrentando problemas personales y de salud. Desde joven, luchó contra la poliomielitis y la diabetes, pero fue su tendencia a la depresión lo que más marcó su vida. A pesar de estos desafíos, Infante se convirtió en un símbolo de la mexicanidad, interpretando a charros, hombres humildes y sentimentales en el cine, lo que lo convirtió en uno de los artistas más queridos de la época. Su carrera en la música fue igualmente exitosa, grabando más de 300 canciones, entre ellas clásicos como “Amorcito corazón” y “Paloma”.
En lo personal, Infante atravesó varias relaciones amorosas, algunas tumultuosas, y tuvo varios hijos, algunos reconocidos y otros no. A pesar de los problemas familiares y personales, su imagen pública siempre se mantuvo intachable. Sin embargo, la tragedia de su muerte dejó un vacío profundo en el corazón de sus seguidores y familiares, quienes se enfrentaron a la confusión y la desesperación al no poder creer que el ídolo que representaba lo mejor de México se había ido.
La controversia sobre la muerte de Pedro Infante persiste hasta el día de hoy, y aunque las investigaciones oficiales concluyeron que fue un accidente, las teorías que afirman que Infante nunca murió siguen siendo un tema recurrente en la cultura popular mexicana. La figura de Pedro Infante sigue siendo un pilar de la identidad mexicana, y su legado perdura en la música, el cine y en la memoria colectiva de todos aquellos que lo admiraron.