Los Premios Princesa de Girona de este año se han convertido en el epicentro de una polémica inesperada que involucra directamente a la reina Letizia Ortiz.
Lo que debía ser una celebración del talento y la juventud terminó siendo escenario de tensiones familiares y reproches públicos.
Según reportes y análisis de medios como El Nacional de Cataluña, la velada estuvo marcada por una actitud poco habitual de la reina, quien mostró comportamientos considerados como maleducados y poco adecuados para un acto de tal relevancia.
La situación llegó a tal punto que la Casa Real tomó la decisión de hacerla salir del Teatro Liceo por una puerta trasera, evitando así que siguiera acaparando la atención y generando controversia.
La tensión no se limitó solo a la reina.
En el núcleo familiar, la relación entre Leonor, princesa de Asturias, y su hermana Sofía parece estar resquebrajándose.
Fuentes cercanas indican que Letizia ejerce un control excesivo sobre ambas, especialmente corrigiendo constantemente a la infanta Sofía, lo que ha provocado distanciamiento entre las hermanas.
Esta dinámica familiar tensa, aunque no fue evidente durante la ceremonia, sí dejó huellas profundas en las relaciones internas.
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Uno de los aspectos más comentados fue la actitud de Letizia durante el evento.
Descrita como controladora y obsesionada con el detalle, la reina habría impuesto un riguroso plan para la jornada, lo que generó nerviosismo y temor en sus hijas.
Su dominio sobre cada aspecto, desde los discursos hasta la vestimenta, ha sido fuente de críticas y cuestionamientos.
El Nacional de Cataluña destacó que Letizia parecía empoderarse hasta el punto de eclipsar a la verdadera protagonista: su hija Leonor.
La reina, según estos informes, actuó como si ella misma fuera la heredera al trono, mostrando una actitud que no encajaba con el protocolo ni con el momento que debía vivir la princesa.
La relación entre Letizia y Felipe VI también fue objeto de análisis.
Se señala que el rey está consciente de los problemas que genera la reina al no aceptar pasar a un segundo plano, especialmente cuando su hija comienza a brillar con luz propia.
Esta situación crea una especie de “pantomima” en el matrimonio, donde la paz familiar parece estar lejos de ser real.
En cuanto a la vestimenta, la polémica no se hizo esperar.
Letizia y Leonor fueron vestidas casi idénticas por imposición de Zarzuela, ambos de negro, un color que la reina habría querido usar para destacar, pero que terminó opacando a la princesa, quien debía ser el centro de atención.
La crítica apunta a que Letizia siempre reserva los mejores looks para sí misma, mientras que sus hijas suelen lucir prendas menos favorecedoras o menos llamativas.
El hecho de que Letizia intentara destacar con su actitud y presencia, cuando el día era para que Leonor brillara, generó malestar dentro de la Casa Real.
Se dice que Felipe está cansado de esta situación y desea que su hija reine plenamente, relegando a Letizia a un papel secundario.
Otro punto que alimenta la controversia es el control absoluto que Letizia ejerce sobre los discursos de Leonor.
Aunque existe un equipo de comunicación que asesora a la princesa, la reina insiste en supervisar y escribir personalmente cada palabra, sometiendo a su hija a largas horas de ensayo y perfeccionismo que, según fuentes, están agotando a la joven y afectando su personalidad.
Durante la ceremonia, se pudo observar cómo Letizia caminaba delante del rey, una acción que rompe con el protocolo habitual y que fue interpretada como un intento de acaparar protagonismo.
Su deseo de ser la figura central quedó patente en cada gesto, lo que contrastó con la discreción y nerviosismo de Leonor.
La Casa Real, según los informes, decidió intervenir para contener esta situación.
La salida de Letizia por una puerta trasera fue una medida para evitar que siguiera robando foco en un evento donde la heredera debía ser la estrella.
Esta decisión refleja un desgaste en la imagen pública de la reina y una necesidad de preservar el protagonismo de la princesa.
La polémica también ha puesto en evidencia la diferencia en el trato y la imagen que se proyecta de las hijas de Letizia.
Mientras Leonor debe mantener una imagen más discreta y controlada, Sofía parece estar ganando autonomía y un estilo más relajado, lo que añade complejidad a la dinámica familiar.
En resumen, los Premios Princesa de Girona 2025 han revelado una Casa Real en tensión, con Letizia Ortiz en el centro de la polémica por su comportamiento y su lucha por mantener el protagonismo en un momento en que su hija está destinada a tomar el relevo.
Este episodio plantea preguntas sobre el futuro de la monarquía española y la imagen que proyecta su familia más cercana.
¿Podrá Letizia adaptarse a un rol menos dominante?
¿Logrará Leonor consolidar su posición sin las sombras de su madre?