La entrevista concedida por la hermana de Michu en un programa de Telecinco ha sacudido profundamente a la familia Ortega Cano y a la opinión pública.
Apenas días después del fallecimiento de Michu, la hermana decidió hablar públicamente sobre la situación de la pequeña Rocío, hija de Michu y José Fernando, poniendo en el centro del debate la responsabilidad y el vínculo de la familia paterna con la niña.
Lo que más sorprendió fue la rapidez con que la hermana de Michu accedió a hablar en televisión, un gesto que muchos consideraron poco natural dada la reciente pérdida familiar.
Sin embargo, ella mantuvo un tono tranquilo y educado, explicando con detalle las circunstancias médicas que rodearon la muerte de Michu, y apuntando a posibles negligencias en el seguimiento de su salud cardíaca.
La hermana también reveló que, aunque Michu expresó en vida su deseo de que Rocío mantuviera un vínculo con la familia Ortega Cano, no dejó ninguna voluntad legal firmada que estableciera la custodia.
Según su relato, la responsabilidad diaria y el cuidado de la niña siempre había recaído en Michu y su familia materna, mientras que la familia paterna no se habría involucrado plenamente en la vida de Rocío.
En particular, la hermana criticó a Gloria Camila, señalándola como la persona que menos se ha ocupado de la niña dentro de la familia paterna.
Según su versión, Gloria no ha mostrado interés real en la educación ni en el bienestar diario de Rocío, y no ha hecho gestiones para mantener un contacto frecuente ni brindar apoyo económico o afectivo.
Estas declaraciones han generado una respuesta cautelosa por parte de Gloria Camila.
Según fuentes cercanas, ella ha optado por mantener un perfil bajo y evitar reacciones públicas que puedan agravar la situación.
Su decisión de no responder directamente a las acusaciones busca proteger el bienestar emocional de Rocío y evitar que la disputa se convierta en un espectáculo mediático.
Además, Gloria ha pedido a su padre, Ortega Cano, que se mantenga al margen de estos conflictos públicos para no perjudicar a la niña.
La intención es que la familia actúe con discreción y priorice la estabilidad de Rocío en este momento tan delicado.
El debate se complica por la historia de altibajos en la relación entre Michu y la familia Ortega Cano.
En ocasiones, Gloria Camila fue vista como una hermana más para Michu, mientras que en otros momentos existieron tensiones y rivalidades que dificultaron el vínculo familiar.
Esta dinámica ha influido en la percepción y el trato hacia Rocío.
La hermana de Michu también reconoció que, pese a las diferencias, su hermana deseaba que la niña tuviera algún tipo de relación con la familia paterna, aunque sin que ello implicara necesariamente que se hiciera cargo de ella.
La falta de acuerdos formales y la distancia geográfica entre las familias — la materna en Sanlúcar y la paterna en Madrid — complican aún más la situación.
En medio de esta controversia, la figura de José Fernando, padre biológico de Rocío, también es relevante.
Aunque enfrenta sus propias dificultades personales, se espera que su papel en la custodia y cuidado de la niña sea considerado en cualquier resolución futura.
Expertos en derecho familiar recuerdan que la prioridad debe ser siempre el interés superior del menor, garantizando que Rocío crezca en un entorno seguro, estable y afectivo.
La exposición pública de estas diferencias puede afectar negativamente a la niña, por lo que se recomienda que las partes involucradas busquen soluciones en privado y con asesoría legal.
El episodio ha puesto en evidencia la fragilidad y complejidad de las relaciones familiares en situaciones de duelo y conflicto.
La disputa por la custodia de Rocío refleja no solo diferencias personales, sino también la necesidad de establecer acuerdos claros y respetuosos para proteger a la menor.
Mientras tanto, la opinión pública sigue atenta a cada movimiento de las partes implicadas, consciente de que detrás de la polémica hay una niña que merece respeto y protección.
La decisión de Gloria Camila de mantenerse al margen y apostar por el silencio puede ser clave para evitar una escalada de tensiones.
En definitiva, esta historia es un recordatorio de lo delicado que resulta gestionar conflictos familiares en el ojo público, y de la importancia de priorizar siempre el bienestar de los más vulnerables.
La esperanza es que, con diálogo y prudencia, se pueda encontrar una solución que garantice un futuro tranquilo para Rocío.