El 20 de noviembre de 2024, España conmemora medio siglo desde la muerte de Francisco Franco, el dictador que gobernó el país durante casi cuatro décadas.
Lejos de ser una efeméride olvidada, la fecha resurge cada año como un punto de fricción en el debate público, especialmente cuando voces conocidas como la del cantante José Manuel Soto se atreven a reivindicar, sin tapujos, aspectos del régimen franquista.
Esta vez, el escenario ha sido el programa ‘Malas Lenguas’ de TVE, donde Jesús Cintora ha leído la cartilla a Soto con una contundencia que no ha dejado indiferente a nadie.
El mensaje de Soto, publicado en su cuenta de X (antes Twitter), es claro: “Franco no fue un demócrata, fue un dictador, pero murió de viejo, respetado por la mayoría de españoles dejando como legado una España unida, próspera y en paz, con una clase media fuerte que fue la que hizo la transición”.

Para el cantante andaluz, la muerte de Franco marcó el inicio de una España preparada para la reconciliación y la democracia, un país que, según él, vivió “el mejor momento de su historia” gracias al abrazo entre adversarios políticos.
Sin embargo, lamenta que hoy “nos vuelvan a dividir y enfrentar”.
Un mensaje así, en pleno aniversario de la muerte de Franco y con el contexto de un país polarizado, no podía pasar desapercibido. Jesús Cintora, presentador de ‘Malas Lenguas’, no se contuvo: “José Manuel Soto, y no es la primera vez.
Pero bueno, es lo que se puede hacer cuando ha habido gente masacrada por un régimen fascista, y que todavía se produzcan este tipo de declaraciones.
En fin, José Manuel Soto”, sentenció, visiblemente incómodo ante la defensa de un legado que, para muchos, representa el dolor y la represión.
La figura de Franco y su régimen sigue siendo objeto de controversia en la sociedad española.
A pesar de los 50 años transcurridos desde su muerte, el debate sobre su legado no solo permanece, sino que se intensifica con cada aniversario.
Según encuestas recientes, hasta el 19% de los jóvenes españoles cree que se viviría mejor bajo una dictadura, una cifra alarmante que revela la persistencia de una visión idealizada del pasado y la insuficiencia de la educación histórica.
José Manuel Soto, lejos de retractarse, se ha convertido en uno de los rostros públicos que reivindican abiertamente el franquismo, ensalzando la “unidad, prosperidad y paz” que, según él, dejó el dictador.
Pero ¿qué hay detrás de estas palabras? ¿Es posible separar el desarrollo económico y la creación de una clase media del contexto de represión y falta de libertades que caracterizó al franquismo?
Jesús Cintora, desde su posición en TVE, ha dejado claro que no. Tras leer el mensaje de Soto, el presentador no dudó en recordar que “ha habido gente masacrada por un régimen fascista”, subrayando la gravedad de trivializar el sufrimiento de miles de víctimas.
La reflexión de Cintora conecta con una parte de la sociedad que exige memoria, justicia y reparación, frente a quienes prefieren pasar página o, peor aún, reivindicar el pasado autoritario.
La polémica generada por las palabras de Soto no es un caso aislado. En los últimos años, el revisionismo histórico ha ganado terreno en el discurso público, alimentado por figuras políticas y mediáticas que buscan reinterpretar los hechos para legitimar posiciones actuales.
Luis Arroyo, colaborador en ‘Malas Lenguas’, lo expresó con sorna: “Es que tiene pocos bolos”, en referencia a la escasa actividad artística de Soto.
Pero, más allá del chascarrillo, Arroyo advirtió del peligro de “frivolizar con el legado de paz” y denunció la tendencia a revisar la historia en contra de la historiografía seria.
El debate se intensificó cuando Arroyo conectó la defensa del franquismo con la postura de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, quien en ocasiones ha cuestionado la condena de la República como antesala de la Guerra Civil.
“Para ellos, la guerra empieza en el año 34, que estaba en descomposición, y solo hay que ver la Constitución maravillosa que había en el año 36, mejor que la de ahora”, sentenció el sociólogo, subrayando la manipulación interesada del relato histórico.
Este tipo de revisionismo no solo afecta a la percepción del pasado, sino que condiciona el presente y el futuro de la democracia española.
La batalla por el relato se libra en todos los frentes: desde las redes sociales hasta los platós de televisión, pasando por los libros de texto y los discursos políticos. La memoria histórica, lejos de ser un asunto cerrado, es hoy más relevante que nunca.
Uno de los argumentos recurrentes en la defensa del franquismo es la supuesta “transición ejemplar” que siguió a la muerte de Franco.
Soto insiste en que “la clase media fuerte fue la que hizo la transición”, y que el pueblo español estaba preparado para la reconciliación y la democracia.
Esta visión, sin embargo, omite las tensiones, pactos y renuncias que marcaron el proceso de transición, así como el papel de las víctimas del régimen y la persistencia de estructuras heredadas.
La transición española, celebrada como modelo de reconciliación, es vista por muchos historiadores como un proceso inacabado, donde la amnistía y el olvido se impusieron sobre la justicia y la reparación.
El legado franquista, lejos de desaparecer, pervive en instituciones, leyes y mentalidades.
La defensa de Soto, al ensalzar la paz y la prosperidad del franquismo, invisibiliza el sufrimiento de quienes lucharon por la libertad y la democracia.
Jesús Cintora, en su intervención, ha puesto el foco en esta cuestión: “Pero cuidado con frivolizar con lo del legado de paz…”, advirtió, recordando que la reconciliación no puede construirse sobre el olvido de las víctimas ni sobre la idealización de un régimen autoritario.
‘Malas Lenguas’, el programa de TVE conducido por Jesús Cintora, se ha consolidado como uno de los espacios más críticos y polémicos del panorama televisivo.
Su formato, basado en el análisis y la confrontación de ideas, permite abordar temas sensibles con profundidad y rigor, lejos de la superficialidad que a menudo domina el debate mediático.
La decisión de Cintora de leer y comentar el mensaje de Soto en directo ha sido interpretada como un ejercicio de responsabilidad periodística: no basta con informar, hay que contextualizar y analizar.
El presentador, con su estilo directo y sin concesiones, ha conseguido que el debate sobre el franquismo y su legado vuelva al centro de la conversación pública, obligando a los espectadores a posicionarse y reflexionar.
La reacción en redes sociales no se ha hecho esperar. Miles de usuarios han compartido fragmentos del programa, generando un intenso debate sobre la figura de Franco, la memoria histórica y el papel de personajes públicos como Soto en la construcción del relato nacional.
El caso Soto-Cintora es un ejemplo paradigmático de la polarización que atraviesa la sociedad española. Las posiciones se radicalizan, los argumentos se simplifican y el riesgo de banalizar cuestiones fundamentales aumenta.
La defensa del franquismo, lejos de ser una opinión inocua, tiene consecuencias profundas para la convivencia democrática y la construcción de una memoria colectiva justa.
Jesús Cintora, consciente de este riesgo, ha insistido en la necesidad de no trivializar el legado del franquismo ni de ignorar el sufrimiento de las víctimas. Su intervención, lejos de ser un ataque personal, es una llamada a la responsabilidad y al compromiso con la verdad histórica.
A cincuenta años de la muerte de Franco, España sigue debatiéndose entre la memoria y el olvido, entre la reivindicación y la condena.
El mensaje de Soto y la respuesta de Cintora evidencian que el pasado sigue vivo, que las heridas no han cicatrizado y que la democracia necesita fortalecer su compromiso con la verdad y la justicia.
La educación histórica, la reparación de las víctimas y la defensa de los valores democráticos son tareas pendientes que requieren la implicación de todos: instituciones, medios, sociedad civil y figuras públicas.
La polémica generada en ‘Malas Lenguas’ es una oportunidad para profundizar en el debate, para cuestionar los mitos y para construir una memoria colectiva que sirva de base para una convivencia respetuosa y plural.
El enfrentamiento televisivo entre José Manuel Soto y Jesús Cintora es mucho más que una anécdota mediática.
Es el reflejo de un país que sigue buscando respuestas, que se debate entre la nostalgia y la memoria, entre el pasado y el futuro.
La defensa del franquismo, la revisión de la historia y la reivindicación de la transición son cuestiones que exigen análisis, reflexión y, sobre todo, honestidad.
España, en su cincuentenario del fin de la dictadura, tiene la oportunidad de mirar al pasado con ojos críticos, de aprender de sus errores y de construir un futuro basado en la justicia, la igualdad y la libertad.
La televisión, las redes sociales y los espacios de debate son herramientas poderosas para avanzar en ese camino, siempre que se utilicen con responsabilidad y rigor.
La polémica entre Soto y Cintora, lejos de ser un episodio aislado, es el síntoma de una democracia viva, capaz de enfrentarse a sus fantasmas y de buscar, en el diálogo y el análisis, las claves para una convivencia mejor.