La herida de Uruapán aún no cicatriza tras el asesinato del alcalde Carlos Manso, cuando un “informe” de más de 10.000 palabras comenzó a circular como un virus por las redes sociales.
Un documento que describía, minuto a minuto, una rueda de prensa que jamás ocurrió, afirmando que el secretario de Seguridad Federal,
Omar García Harfuch, había revelado un supuesto “video de infidelidad” de la alcaldesa interina Grecia Quiroz —a menos de tres semanas de haber perdido a su marido.
En medio de la conmoción, algunos lo creyeron, otros quedaron desconcertados y la ciudad cayó en un torbellino de sospechas. Pero Harfuch apareció para derrumbarlo todo en cuestión de minutos: “No existe video. No existe conferencia. Nada de eso es real.”

Harfuch inició su declaración con una firmeza inusual. Aclaró que se veía obligado a hablar porque lo que estaba ocurriendo era “demasiado grave” para ignorarlo.
Durante 72 horas, se convirtió en el blanco de una operación de desinformación de una sofisticación pocas veces vista.
Un documento gigantesco circuló por internet, afirmando que él había dirigido una conferencia explosiva donde presentaba pruebas demoledoras contra la alcaldesa Quiroz.
El texto detallaba escenas, diálogos, reacciones de periodistas inexistentes e incluso supuestos análisis forenses; todo redactado con una precisión capaz de engañar a especialistas del área.

Según dicho documento, él habría proyectado un “video” que mostraba a Quiroz traicionando a su esposo con el senador Adán Augusto López, pocos días antes del atentado contra Manso.
También incluía “metadatos”, “equipos de inteligencia digital”, “informes forenses” y términos técnicos que simulaban provenir de expedientes ultrasecretos.
Harfuch no dudó en calificarlo como un producto diseñado para generar el mayor daño posible con el mayor nivel de credibilidad posible.
Afirmó que la historia no solo era falsa, sino fabricada con intención, con estructura y con un conocimiento profundo de cómo operan las investigaciones reales.
En lugar de un simple video alterado, los responsables elaboraron un relato largo y meticuloso para inducir a la gente a convencerse a sí misma de que la mentira era verdad.

La extensión y complejidad del documento lo hacían parecer un reporte interno de la federación, lo cual facilitó que ciudadanos heridos y vulnerables cayeran en la trampa.
De acuerdo con el análisis de Harfuch, esta operación explotó tres fragilidades sociales muy específicas:
Primero, el dolor real de Uruapán por la muerte de Carlos Manso, un golpe emocional que dejó a la ciudad expuesta a la manipulación.
Segundo, el peso institucional del propio Harfuch, cuya figura se convirtió en el vehículo perfecto para hacer creíble una mentira de alto impacto.
Y tercero, el clima político actual marcado por una profunda desconfianza hacia las autoridades, un terreno fértil donde cualquier rumor parece plausible.
Para desmontar el engaño, Harfuch planteó preguntas sencillas que cualquiera puede responder.

Si realmente hubo una conferencia histórica el 14 de noviembre, ¿por qué no existe una sola fotografía, un solo video, una sola nota periodística? En la era de los teléfonos y las redes, todo queda registrado.
¿Cómo es posible que un evento de tal magnitud no haya dejado rastro? Si existía un video auténtico, ¿por qué la Fiscalía de Michoacán no tiene el archivo, el dictamen forense, la firma de un experto ni la autorización de un juez?
Y si el senador Adán Augusto López verdaderamente estaba implicado, ¿no habría reaccionado de inmediato? Conferencias, denuncias, comunicados… algo. Pero no hubo nada, porque no había nada.
Harfuch subrayó que él no necesita recurrir a mentiras para atacar políticamente a nadie, ni siquiera a un senador que sí enfrenta escándalos reales y merece investigaciones serias. “No necesito una falsedad. La verdad por sí sola ya es suficiente para hacer mi trabajo”, dijo.

Para reforzar su credibilidad, recordó su trayectoria y sus resultados, hechos que no pueden falsificarse. En 2023 ganó tres encuestas independientes para la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, con más del 40 % de apoyo, superando por 14 puntos a Clara Brugada.
Aun así, respetó la regla de paridad de género. Desde el 1 de octubre de 2024, bajo su dirección, la estrategia de seguridad ha logrado: 37.000 detenciones de criminales de alto impacto, casi 300 toneladas de droga incautada, más de 4 millones de pastillas de fentanilo aseguradas, 19.000 armas confiscadas y la destrucción de 1.614 laboratorios de metanfetamina.
En septiembre de 2025 se registró el nivel de homicidios dolosos más bajo en una década.
Dejó una frase contundente: “Cuando no pueden derrotar mi trabajo con la verdad, intentan destruirme con mentiras.”

Durante su visita a Uruapán tras la publicación del bulo, Harfuch conversó con habitantes que expresaron frustración y confusión.
Un dueño de ferretería le dijo: “Si esto también es falso, ¿entonces en qué podemos creer?” Una vendedora de fruta comentó: “Todos los días escuchamos rumores. Al final ya no sabemos cuál es cierto.”
Harfuch reconoció que la desconfianza es comprensible después de años de abusos, corrupción y mentiras por parte de funcionarios.
Pero advirtió sobre un riesgo creciente: la delgada línea entre la sana cautela y la certeza absoluta basada en rumores sin verificar. A medida que la desinformación se vuelve más sofisticada y tóxica, ya no busca solo destruir a una persona, sino desmantelar la confianza de la ciudadanía.
Hacia el final de su mensaje, dejó la pregunta que debería inquietar a toda la nación: “¿Quién se beneficia cuando Uruapán cae en el pánico, cuando la gente se siente abandonada y no confía en nadie?”

La respuesta sigue sin estar clara. Pero lo que sí quedó al descubierto es que este caso no fue un simple chisme.
Fue un ejemplo contundente de cómo la desinformación se ha convertido en el arma más peligrosa en la lucha por el poder y en la batalla por controlar la narrativa pública en México.
En una ciudad que intenta levantarse después del dolor, la verdad ahora enfrenta un enemigo silencioso pero devastador: la manipulación calculada de quienes operan en las sombras, no para destruir a una sola persona, sino para socavar la fe de toda una comunidad.