El miércoles 23 de julio de 2025, la polémica en torno a la familia de Michu —la fallecida madre de una niña que ahora está en el centro de una disputa legal y mediática— alcanzó un nuevo nivel.

El exnovio de Michu, Alberto, decidió romper el silencio y denunciar públicamente el abandono que, según él, la familia de Michu ha cometido tanto hacia ella como hacia su hija.

Alberto, quien mantuvo una relación de aproximadamente año y medio con Michu antes de su fallecimiento en 2024, aseguró que la madre y la hermana de Michu nunca se preocuparon realmente por la niña ni por Michu misma.

Según sus palabras, él fue quien en varias ocasiones tuvo que llenar la nevera y atender las necesidades básicas que la familia no cubría.

Esta denuncia pone en evidencia una situación familiar marcada por la indiferencia y la falta de apoyo.

Este testimonio contrasta fuertemente con la imagen que algunos miembros de la familia intentan proyectar en medios de comunicación.

Tamara, tía de la niña y hermana de Michu, ha protagonizado un recorrido por varios programas de televisión, generando opiniones encontradas.

Sin embargo, Alberto insiste en que muchas de las historias difundidas son falsas y que la familia ha convertido la tragedia en un circo mediático que solo busca lucrarse.

Por si fuera poco, la disputa se complica con la intervención de la familia Ortega Cano, quienes también están involucrados en la custodia de la niña.

Según fuentes cercanas y declaraciones de periodistas como Pepe del Real, la familia Ortega Cano ha puesto el caso en manos de abogados y está reuniendo pruebas para solicitar la tutela definitiva de la menor.

Esto se debe a que, actualmente, la niña no está bajo la tutela formal de nadie, y la justicia debe pronunciarse al respecto.

Lo que agrava aún más la situación es la existencia de conversaciones por escrito, incluso mensajes de WhatsApp, donde supuestamente Michu expresó su deseo de que su hija creciera junto a la familia Ortega Cano en caso de que algo le sucediera.

Estas pruebas podrían ser determinantes en el proceso judicial que se avecina.

En medio de todo este drama, Ana María Aldón, una figura mediática vinculada a la familia, se ha convertido en otro foco de controversia.

Se ha filtrado que Aldón cobrará una suma considerable, alrededor de 15,000 euros, por su participación en un programa de televisión donde dará su versión de los hechos.

Esta actitud ha sido criticada duramente, ya que se la acusa de aprovecharse de la tragedia para obtener beneficios económicos.

Además, se ha revelado que Aldón aseguró en televisión que ella fue quien más se ocupó de la niña, incluso viajando a Cádiz para recogerla y cuidar de ella, lo que contrasta con las denuncias de abandono.

Sin embargo, estas declaraciones han sido vistas por muchos como parte de una estrategia para ganar protagonismo mediático y justificar su papel en la familia.

La tensión entre los distintos miembros de la familia es palpable.

Se han filtrado mensajes y declaraciones que evidencian un profundo rencor, especialmente entre Ana María Aldón y Gloria, otra integrante del entorno familiar.

La enemistad entre ambas ha generado más división y ha complicado aún más la situación, afectando directamente a la niña, que debería ser la prioridad absoluta.

Uno de los momentos más polémicos fue la filtración de un vídeo en el que Tamara, tía de la niña, habla sobre la posible venta de la exclusiva de la comunión de la menor, lo que ha sido calificado por muchos como un acto de falta de respeto y ética.

La idea de lucrar con la vida privada de una niña en medio de una disputa familiar ha generado indignación en el público y en varios colaboradores de los programas.

Por su parte, Alberto, el exnovio de Michu, ha sido una de las pocas voces que parecen sinceras y preocupadas por el bienestar de la niña y la memoria de Michu.

Él ha negado las acusaciones que se han hecho en contra de la difunta y ha dejado claro que muchas de las informaciones difundidas por la familia no se corresponden con la realidad.

Según él, la verdadera ayuda y apoyo vinieron de amigos y su persona, no de la familia directa.

La situación legal y mediática sigue en desarrollo, con la familia Ortega Cano dispuesta a luchar por la custodia y con la justicia tomando cartas en el asunto.

Mientras tanto, la niña permanece en una situación incierta, sin tutela formal, y en medio de un conflicto que parece desgarrar a quienes deberían protegerla.

Este caso pone de manifiesto las complejidades y oscuridades que pueden surgir en las familias cuando la tragedia se mezcla con intereses económicos y mediáticos.

La lucha por la custodia, las denuncias de abandono y las exclusivas televisivas forman un cóctel explosivo que afecta no solo a los adultos involucrados, sino principalmente a la menor, cuya estabilidad y bienestar deberían ser la prioridad.

En conclusión, la historia de Michu, su hija y su familia sigue siendo un tema delicado y polémico que ha capturado la atención pública.

Las graves denuncias de abandono, las disputas legales y los movimientos estratégicos en los medios de comunicación reflejan un drama humano lleno de heridas abiertas y conflictos que aún están lejos de resolverse.

El tiempo y la justicia serán quienes determinen el futuro de esta niña y la reconciliación, si es posible, de esta familia dividida.