El reciente despido de Alessandro Lequio de Mediaset no solo removió la estructura del canal, sino que también destapó una auténtica caja de Pandora en la que las figuras mediáticas más conocidas se ven envueltas en una red de contradicciones, hipocresía y polémicas pasadas.
En el epicentro de esta tormenta están Carlota Corredera, María Patiño y Kiko Matamoros, quienes ahora enfrentan un escrutinio público sin precedentes.
Desde el inicio, María Patiño intentó distanciarse de Lequio, asegurando que desconocía los abusos y malos tratos que él supuestamente ejerció sobre Antonia Delate.
Sin embargo, las imágenes y testimonios contradicen rotundamente esa versión.

Se han viralizado videos donde Patiño aparece en situaciones de complicidad y camaradería con Lequio, incluso celebrando juntos, lo que pone en duda su sinceridad y profesionalismo.
Más sorprendente aún es la actitud de Carlota Corredera, quien tras mostrarse efusiva y casi celebrando el despido de Lequio, publicó en redes sociales mensajes llenos de hipocresía, como aquella frase: “Cierra la puerta al salir. La caballero, siempre la caballero.”
Un comentario que no tardó en ser respondido con críticas por parte de usuarios que le recordaron sus propias contradicciones y su silencio frente a otros casos polémicos.
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El foco de la polémica se intensificó cuando salieron a la luz las sombras que rodean a Kiko Matamoros, uno de los colaboradores más polémicos de Telecinco.
A pesar de que Matamoros ha sido acusado en el pasado por su exesposa y sus hijos de maltrato psicológico, violencia económica y otros episodios oscuros, sigue siendo una figura central en el plató, lo que muchos consideran un doble rasero flagrante por parte de la cadena y sus defensores.
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Una usuaria de la red social X, bajo el nombre @curcumina, recopiló un exhaustivo hilo con todas las denuncias y episodios relacionados con Matamoros, evidenciando la incoherencia de quienes ahora se erigen como defensores de las víctimas y, sin embargo, mantienen en sus filas a alguien con semejantes antecedentes.
Este contraste ha generado indignación y ha puesto en entredicho la credibilidad de Corredera y Patiño, quienes no han abordado con la misma vehemencia estos casos.
Además, se recuerda el caso de Makoke, otra víctima que, según denuncias, fue revictimizada y cuya denuncia contra Matamoros no prosperó, mientras que los mismos que ahora claman justicia parecen hacer la vista gorda.
La justicia, aunque imperfecta, parece ser el último eslabón que algunos ignoran cuando no les conviene.
La historia familiar de Matamoros añade más leña al fuego.

Su exesposa Marián Flores, madre de sus cuatro hijos, lleva años alejada de los medios, pero la sombra de su matrimonio y las acusaciones pasadas resuenan con fuerza en este contexto.
La vida de Marián, que pasó de ser una figura pública a un anonimato voluntario, contrasta con la exposición mediática de Matamoros, quien sigue siendo un personaje influyente en el medio.
En medio de esta vorágine, las redes sociales no han dejado pasar la oportunidad para criticar duramente a Corredera y Patiño por su aparente doble moral y su falta de valentía para enfrentar todos los casos con la misma contundencia.
La pregunta que muchos se hacen es: ¿por qué se señala con tanta dureza a Lequio y se silencian otros episodios igual o más graves?
La respuesta parece estar en los intereses personales y profesionales que cada uno protege.

Mientras Corredera y Patiño se presentan como abanderadas de la lucha contra la violencia de género y la defensa de las mujeres, su historial y las evidencias actuales muestran una realidad mucho más compleja y menos noble.
Por si fuera poco, el propio Kiko Matamoros ha sido protagonista de polémicas recientes, incluyendo denuncias de impago de pensiones y conflictos familiares que han salpicado su imagen pública.
A pesar de ello, sigue siendo una figura central en los programas que ahora critican a otros por conductas similares o peores.
Este escándalo pone en evidencia la hipocresía y las contradicciones dentro de Telecinco, donde la línea entre víctima y verdugo parece dictada más por conveniencias que por justicia.
La audiencia, cada vez más crítica y consciente, exige coherencia y transparencia, y no está dispuesta a aceptar dobles raseros ni discursos vacíos.

En definitiva, el despido de Alessandro Lequio ha sido solo el detonante que ha hecho estallar una farsa largamente oculta.
Carlota Corredera, María Patiño y Kiko Matamoros, figuras que se han presentado como defensores de causas justas, ahora deben enfrentar las preguntas incómodas que sus propias historias y acciones han generado.
¿Podrán sostener sus discursos o terminarán hundidos bajo el peso de sus contradicciones?
¿Qué otros secretos saldrán a la luz en los próximos días?
El público está atento y no perdona.
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Lo que queda claro es que en este juego de poder, fama y justicia, no todos juegan con las mismas reglas.
Y aquellos que intentan dar lecciones mientras esconden sus propias faltas, tarde o temprano, terminan siendo el blanco de la crítica más dura.
El drama continúa y la verdad, por fin, parece abrirse paso entre las sombras.
¿Quién será el próximo en caer?
Solo el tiempo lo dirá, pero la caída de la farsa ya ha comenzado.