El regreso del formato de anónimos en Gran Hermano 2024 prometía ser un auténtico triunfo, marcando el retorno de una versión del reality que había estado ausente durante siete años. Sin embargo, el estreno ha sido todo menos exitoso, comenzando con una serie de controversias que han dejado a la audiencia y a los seguidores del programa perplejos y decepcionados.
En primer lugar, la gala de presentación del nuevo Gran Hermano se ha visto empañada por la ausencia de cualquier mención a la víctima de un caso de violación ya sentenciado, un hecho que ha generado una gran indignación. La falta de sensibilidad al abordar este tema tan delicado durante el estreno, aprovechando la relevancia mediática del evento, ha sido criticada duramente.
El nuevo Gran Hermano llegó con grandes expectativas, destacando por una casa renovada y mucho más grande de lo habitual, con una superficie de más de 10,000 metros cuadrados y estancias de 950 metros. La casa presentaba acabados completamente diferentes a los que los espectadores estaban acostumbrados. Sin embargo, el cambio de escenografía no ha logrado ocultar la decepción generalizada que ha causado el casting.
Desde el primer momento, las redes sociales, especialmente Twitter, se han inundado de comentarios negativos sobre el casting de la nueva edición. La crítica más recurrente ha sido la falta de “anonimato” verdadero, ya que muchos de los concursantes seleccionados tienen perfiles notorios en redes sociales o están vinculados al mundo de la fama. Esto ha generado un sentimiento de engaño entre los seguidores del programa que esperaban ver a personas comunes, no a personajes ya conocidos o con un gran número de seguidores en redes sociales.
Entre las críticas, destaca el testimonio de una de las candidatas que participó en el casting. Según su relato, durante el proceso de selección se notó claramente que se prefería a personas con una gran presencia en redes sociales o con conexiones mediáticas. Esta afirmación resuena con el descontento de muchos seguidores que se sienten estafados al ver cómo se ha desviado el enfoque del programa hacia perfiles con relevancia mediática en lugar de personas verdaderamente anónimas.
Los comentarios en redes sociales también han cuestionado la falta de diversidad en el casting. En lugar de ver una representación equilibrada de la sociedad, como se esperaba, el programa ha optado por incluir a concursantes que cumplen con ciertos estándares físicos y de popularidad. Se han echado en falta los perfiles más variados, como personas de diferentes edades, antecedentes y características que reflejen mejor la realidad de la audiencia.
El estreno también ha estado marcado por un grupo de concursantes que, a pesar de ser presentados como “anónimos”, tienen una notable presencia en redes sociales o en el mundo del entretenimiento. Entre ellos, destacan figuras como un DJ con 177,000 seguidores y una modelo que llegó al programa tras ser engañada como azafata. Este enfoque ha generado una gran frustración, ya que se percibe como una estrategia para atraer audiencia mediante el morbo y el sensacionalismo.
Uno de los momentos más polémicos del estreno fue la inclusión de personajes como Violeta y su historia personal complicada, que involucra un triángulo amoroso con su amiga y su ex. Este tipo de trama ha sido criticada por su falta de originalidad y por ser una maniobra obvia para atraer la atención de los espectadores a través del escándalo y el drama.
En cuanto a los perfiles más “normales”, como Maite, una mujer de 35 años que trabaja fileteando anchoas, han sido relegados a un segundo plano frente a las figuras más glamorosas y mediáticas. Esta disparidad ha hecho que el programa pierda parte de su esencia original, que solía enfocarse en la vida cotidiana de personas comunes.
La llegada de concursantes como Rubens, cuya fotografía apareció en Times Square sin una clara explicación, y Laura, la hija de una concursante de la primera edición, ha añadido más polémica al formato. La inclusión de estos personajes ha sido vista por muchos como una forma de explotar la nostalgia y el legado del programa original, pero con resultados cuestionables.
El formato de Gran Hermano se enfrenta a un desafío monumental para recuperar su relevancia y credibilidad. La desesperación de Mediaset por encontrar un nuevo enfoque que funcione en la era de la televisión actual se refleja en su estrategia de casting, que parece alejada de lo que los fans esperaban. La mezcla de perfiles mediáticos, la falta de diversidad genuina y el enfoque en el drama y el morbo han dejado un sabor amargo entre los seguidores del programa.
En conclusión, Gran Hermano 2024 ha sido un fracaso en términos de capturar la esencia del formato original y de ofrecer una representación auténtica de personas anónimas. Con un 17% de cuota de audiencia en su estreno, el programa ha demostrado que, a pesar de los esfuerzos por renovarse y atraer a una audiencia moderna, todavía tiene mucho que demostrar para recuperar su lugar en el corazón de los espectadores. Solo el tiempo dirá si el formato puede superar este bache inicial y encontrar una manera de conectar genuinamente con su audiencia.
