La muerte del Nobel Mario Vargas Llosa ha reavivado debates y, inconcebiblemente, ha puesto por delante de su descomunal legado literario, rumores en torno a su vida personal, especialmente sobre su relación con Isabel Preysler y el papel que esta habría jugado en su distanciamiento familiar.
El escritor, quien murió el pasado 13 de abril en su residencia de Lima, estuvo acompañado en sus últimos momentos por sus hijos y por Patricia Llosa, con quien retomó el contacto tras el final de su mediática relación con la socialité filipina. Vargas Llosa, como recogimos,
sabía que se iba a morir, porque le fue diagnosticada en 2020 una enfermedad incurable mientras aún estaba con Preysler.
Una versión tratada en Antena 3 relata este capítulo cono un enfrentamiento. Se habla de que compartió la noticia de su enfermedad con sus hijos a través de cartas escritas a mano. Aquella revelación, según la publicación, marcó el inicio de una etapa de reconciliación familiar.

Pero la existencia de esas cartas ha sido cuestionada por Pilar Vidal, en ocasiones “portavoz” de Isabel Preysler, en el programa Espejo Público. Pongan ustedes todas las comillas a ese tratamiento de “portavoz” pero entiendan que el enfoque de la contertulia tira para una de las partes. Vidal señaló que la divulgación de esta historia podría responder a una estrategia para dejar en mal lugar a Isabel Preysler, y acusó directamente a Álvaro Vargas Llosa de manipular lo ocurrido “Álvaro miente con frecuencia. No hay pruebas de esas cartas”, declaró con firmeza. Eso ocurre apenas unas horas después del fallecimiento del genio de la literatura.

Por su parte, el periodista Sergio Pérez apuntó en el mismo espacio televisivo que la familia del autor quiso proyectar una imagen de unidad tras años de desencuentros. Según Pérez, los hijos de Vargas Llosa veían a Isabel como una influencia negativa: “Para ellos, fue una figura que alejó a su padre. Incluso evitaban decir su nombre; simplemente se referían a ella como ‘esa señora’.” Este conflicto familiar, que durante años se mantuvo bajo una aparente discreción, vuelve ahora al foco público, como si tras la muerte del literato lo verdaderamente comentable no solo fuera por encima de todo su legado o el vacío que deja en la cultura, sino las tensiones sin resolver tras sus amoríos y entre sus seres más queridos.