El esperado viaje de estado de los Reyes de España a Egipto arrancó en la mañana madrileña con un ambiente marcado por la sobriedad y las caras largas que no han pasado desapercibidas para los medios y el público.
Desde el aeropuerto de Barajas, Letizia y Felipe partieron hacia El Cairo para afrontar una agenda institucional intensa, que comenzó con un encuentro con los españoles residentes en la ciudad de las pirámides.
El recibimiento fue más bien serio, y algunos medios no dudaron en señalar el semblante poco animado de la Reina Letizia, quien apareció distante y silenciosa durante los actos oficiales.
El Rey Felipe VI, por su parte, pronunció un discurso cargado de gravedad y preocupación, haciendo referencia a la “situación convulsa y trágica” que atraviesa la región, especialmente la crisis humanitaria en Gaza.
En sus palabras, pidió la colaboración internacional para poner fin a la barbarie y resaltó el anhelo compartido entre España y Egipto por la convivencia pacífica, el diálogo y la reconciliación en Oriente Próximo.
Mientras Felipe hablaba, Letizia permanecía en silencio, escuchando atentamente pero sin mostrar emociones visibles.
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Las imágenes oficiales muestran a la Reina con un aire serio, casi ausente, y con la mirada perdida en el horizonte, un gesto que algunos interpretan como tristeza o incluso enfado.
Esta actitud contrasta con la sonrisa más relajada que el Rey mostró en otros momentos, como al saludar a las autoridades o a los españoles residentes.
El viaje llega en un momento delicado, no solo por la situación internacional, sino también por las recientes tensiones en la Casa Real.
El fin de semana anterior, Letizia y Felipe pasaron separados, y la Reina celebró su 53 cumpleaños en un evento al que su marido no asistió.
Los detalles de esta celebración han sido mínimos y rodeados de misterio, lo que ha alimentado las especulaciones sobre posibles distanciamientos o roces personales entre la pareja.
En cuanto a la imagen pública, Letizia sorprendió con dos looks muy diferentes para la ocasión: en España lució un traje chaqueta sobrio y elegante, adecuado para la despedida oficial, mientras que en Egipto optó por un vestido baby blue que dejaba los hombros al descubierto, una elección poco habitual para un país con costumbres más conservadoras.
A pesar de las críticas y comentarios sobre la idoneidad del vestuario, Letizia mantuvo un porte impecable, aunque su expresión no acompañaba.
El contraste entre los gestos de los Reyes ha sido uno de los aspectos más comentados.
Mientras Felipe se mostraba cercano y activo en sus saludos y discursos, Letizia parecía más reservada, incluso fría, lo que ha llevado a los medios a hablar de “caras largas” y “tensión palpable” durante el viaje.
Esta percepción se ha visto reforzada por la escasez de imágenes donde ambos aparezcan juntos y sonrientes, y por la ausencia de interacción visible entre ellos en los actos oficiales.
Sumado a este telón de fondo personal y diplomático, España ha tomado una decisión que ha generado polémica: su retirada del Festival de Eurovisión hasta que se expulse a Israel, en protesta por el conflicto entre Israel y Palestina.
Esta medida, que ya ha sido seguida por otros países como Bélgica y Portugal, añade una dimensión política a la visita de los Reyes a Egipto, un país clave en la región y con una posición relevante en el conflicto.
El discurso de Felipe VI, en el que aboga por la justicia, la dignidad y la estabilidad regional, parece alinearse con esta postura de España, que busca mostrar solidaridad con los pueblos afectados por la guerra y la violencia.
Sin embargo, esta decisión también ha generado debates y divisiones dentro y fuera del país, reflejando la complejidad de abordar asuntos internacionales tan delicados desde la corona.
Mientras tanto, Letizia mantiene su perfil bajo, evitando declaraciones públicas y limitándose a cumplir con la agenda oficial.
Su actitud ha sido interpretada por algunos como una muestra de respeto y prudencia ante un escenario tan delicado, pero para otros es un indicio de que la Reina atraviesa un momento personal complicado, quizás agravado por las circunstancias políticas y familiares.
Las imágenes que circulan muestran a Letizia con gafas de sol, hablando discretamente con su equipo y autoridades, pero siempre con un semblante serio y distante.
En contraste, Felipe aparece más activo, saludando y participando con mayor energía en los actos, aunque sin perder la solemnidad que requiere la situación.
Este viaje a Egipto, que se prolongará hasta el jueves, tiene una agenda cargada de eventos oficiales, encuentros diplomáticos y actos culturales.
Sin embargo, la atención mediática se centra no solo en la relevancia política del mismo, sino en las señales no verbales que envían los Reyes, cuyas expresiones y gestos parecen contar una historia paralela a la oficial.
En definitiva, la visita de Letizia y Felipe a Egipto no solo pone en relieve la difícil situación geopolítica de Oriente Próximo, sino que también deja entrever las tensiones internas que atraviesa la pareja real.
Entre discursos de paz y miradas esquivas, este viaje se convierte en un reflejo de los tiempos convulsos que vive España y el mundo, donde la diplomacia y la imagen pública se entrelazan en un delicado equilibrio.
¿Será este viaje un punto de inflexión para la Casa Real?
¿Podrán Letizia y Felipe superar las sombras que parecen acompañarles o seguirá la distancia marcando sus apariciones públicas?
Solo el tiempo y los próximos movimientos nos darán la respuesta, mientras tanto, España observa con atención y, quizás, un poco de preocupación.