En su estilo habitual, sin medias tintas ni diplomacia, ha soltado una bomba en pleno directo que ha sacudido los platós y ha reavivado una de las polémicas más duraderas del mundo del
corazón: su eterna guerra silenciosa con Jesulín de Ubrique, padre de su hija.
Todo sucedió en la última emisión del programa “Ni que fuéramos shhh”, cuando el tema de conversación giró en torno a las relaciones entre padres, hijos y abuelos.
Una conversación aparentemente general terminó siendo la mecha que encendió la furia contenida de Belén.
En medio de un debate sobre cómo algunas personas pueden sentir más cercanía con sus abuelos que con sus propios padres, Belén no pudo callar más.
Con una mezcla de orgullo y amargura, confesó que su hija siente más conexión con su abuela, su madre, que con su progenitor.
Aunque en ningún momento mencionó directamente a Jesulín, todo en su tono y en sus palabras indicaba que la indirecta iba directamente dirigida al torero.
“Muy orgullosa de que mi hija quiera más a su Yaya”, afirmó con contundencia.
Pero lo más impactante estaba por llegar.
Kiko Matamoros, presente en el plató, no dudó en lanzar la pregunta directa: “¿Qué ha hecho el padre de tu hija?”.
Belén, visiblemente molesta, no se contuvo: “Por no hacer, ni la ha llamado en estas Navidades.
¡Si no lo digo, reviento!”.
Con esa frase, la colaboradora dejó al descubierto una verdad dolorosa que, a su juicio, no podía seguir escondiendo.
Mientras ella intentaba respetar la privacidad de su hija, el silencio y la ausencia del padre se convertían en una herida constante.
La declaración cayó como un mazazo.
No solo revelaba una falta de contacto en unas fechas tan señaladas, sino que destapaba una realidad que lleva años arrastrándose entre la sombra del olvido y el reproche silencioso.
Y aunque Belén aseguró que no quería hablar más por respeto a su hija, sus ojos y sus palabras decían mucho más de lo que intentaba contener.
La emoción siguió desbordándose durante el programa.
Belén compartió con la audiencia el duro momento que vivió al despedirse de su hija tras pasar juntas las fiestas navideñas.
Su hija, que reside fuera de España, regresaba a su país de residencia, y la colaboradora no pudo evitar romperse en directo.
“Se me rompe el corazón cada vez que se va”, confesó entre lágrimas.
“Yo sé que soy muy exagerada, pero no puedo evitarlo”, dijo mientras recordaba lo especiales que habían sido esas Navidades.
Fue entonces cuando volvió a lanzar una puñalada envuelta en tristeza: “Qué pena que hay personas que no quieran disfrutar de ella”.
Sin decir nombres, pero sin dejar dudas.
Una frase cargada de reproche hacia ese padre ausente, ese hombre que, según ella, no ha hecho el mínimo esfuerzo por mantener un vínculo con su hija.
Y es que, según lo que dejó entrever, Jesulín no solo no la llamó por Navidad, sino que lleva años sin demostrar interés real por formar parte de la vida de su hija.
Las redes sociales no tardaron en arder.
Los seguidores de Belén Esteban salieron a apoyarla, muchos recordando las viejas entrevistas en las que ya hablaba del distanciamiento con Jesulín.
Otros, en cambio, señalaron la exposición pública constante de un asunto tan personal, criticando que se utilice en televisión algo que afecta directamente a la privacidad de su hija.
Pero, como ella misma dijo, a veces no puede más: “Me callo por ella, pero si no lo digo, reviento”.
Esta nueva explosión verbal no solo pone nuevamente a Jesulín de Ubrique en el ojo del huracán, sino que plantea una pregunta incómoda: ¿hasta qué punto se puede mantener una distancia
emocional tan prolongada sin consecuencias irreversibles? Para Belén, al menos, las consecuencias están claras: su hija ha encontrado en su abuela una figura de cariño y referencia que su padre,
según ella, no ha sabido ofrecer.
El enfrentamiento entre Belén y Jesulín, aunque nunca ha sido frontal ni constante, parece seguir muy vivo bajo la superficie.
Y cada vez que la colaboradora no aguanta más, salen a la luz detalles que muestran un panorama cada vez más deteriorado.
Esta última confesión ha reavivado un fuego que parecía apagado, y una vez más, los espectadores han sido testigos de una verdad incómoda que Belén Esteban ya no está dispuesta a seguir
ocultando.
¿Será esta la última vez que hable del tema? Difícil de creer.
Porque como ella misma ha demostrado, hay heridas que no cicatrizan con el silencio.
Y en el caso de Belén, cada palabra dicha es también un acto de liberación.
Porque cuando se trata de su hija, ella no perdona el abandono.
Y si no lo dice, revienta.