A sus 74 años, la llamada “abogada de los pobres” sigue siendo una de las figuras más polémicas de la televisión latinoamericana: de un lado enfrenta un historial interminable de procesos judiciales, riesgos de cárcel y sentencias en su contra; del otro, presume un estilo de vida lleno de mansiones, autos de lujo y viajes reservados para la élite.
Esta contradicción despierta indignación y fascinación a la vez: ¿cómo alguien que asegura haberlo perdido todo sigue viviendo en la opulencia?
Los expedientes judiciales contra Bozzo se acumulan desde hace años. Fue acusada de fraude fiscal por 12 millones de pesos e incluso llegó a estar bajo la lupa de Interpol tras una orden de captura internacional.
Su negativa a presentarse ante la justicia, las multas millonarias y la derrota en el juicio por difamación contra Gabriel Soto e Irina Baeva parecían sepultarla.
Sin embargo, lejos de rendirse, Bozzo sostiene que “lo perdí todo, pero sigo viviendo gracias a lo que me dejaron mis padres”. Esa herencia es la que mantiene en pie la imagen de una diva televisiva que desafía a la tormenta.
Contrario a sus declaraciones de ruina, Bozzo conserva propiedades millonarias: una mansión frente al mar en Acapulco, un penthouse en Miami y un lujoso departamento en Ciudad de México.
Sus residencias son escenario de su vida novelesca: dormitorios diseñados como templos de descanso, vestidores abarrotados de alta costura y piscinas privadas con vista al Pacífico.

A ello se suman su Cadillac Escalade, los Mercedes-Benz y BMW, y los vuelos en jet privado a destinos como Dubái, París o el Caribe, donde se hospeda en suites de 5.000 dólares la noche o villas de playa de ensueño.
La moda es otra de sus pasiones. En su guardarropa figuran Gucci, Louis Vuitton y Dolce & Gabbana; bolsos Hermès Birkin de hasta 100.000 dólares; zapatos de Christian Louboutin y Jimmy Choo.
Ese despliegue la convierte en un ícono que provoca críticas por ostentosa, pero también envidia por su eterna capacidad de reinventarse ante los reflectores.

Desde finales de los noventa, Bozzo se consolidó como rostro habitual de la televisión latina. Ha sabido resurgir incluso en los momentos más críticos: participó en Big Brother VIP y La Casa de los Famosos, publicó el libro Más Allá del infierno y prepara una bioserie sobre su vida.
Cada proyecto confirma que Laura Bozzo nunca ha abandonado el escenario.
En 2025, Bozzo encarna un verdadero oxímoron: una mujer con un pie en la cárcel y otro en las pasarelas de la moda; que dice estar en bancarrota, pero disfruta de villas frente al mar.
Esa contradicción la mantiene como figura ineludible en la prensa latinoamericana: una diva polémica, poderosa y lujosa, capaz de sobrevivir al escándalo y seguir reinando entre el repudio y la fascinación.