En el plató de Vamos a ver , el programa matinal de Telecinco, se encendió una chispa inesperada.
Todo empezó cuando Joaquín Prat reprochó a Alejandra Rubio su actitud defensiva tras un vídeo suyo en redes, a las puertas de una cárcel italiana con su pareja Carlo Costanzia. “A lo mejor deberías replantearte qué es lo que quieres hacer”, espetó el presentador con dureza
El mensaje fue claro y directo: “Aquí no vienes con el enemigo”, insistió Prat muy serio. Una reprimenda que resonó en el plató y entre el equipo. Y no fue solo él. Alessandro Lequio criticó lo que consideró “un numerito” frente a una prisión, tachándolo de intento de “blanquear un delito gravísimo”;
y otros colaboradores, como Antonio Rossi y Pepe del Real, añadieron que, al sentarse en ese plató, debía asumir que las preguntas eran parte del juego.
Joaquín Prat
Después, Alejandra decidió romper su silencio con un comunicado en Instagram, donde habló de vulnerabilidad y puso el foco en sus emociones. Empezó disculpándose por haber respondido nerviosa, reconociendo que a veces se sentía “tremendamente incomprendida” y admitiendo su parte de culpa.
Explicó que mostró “una parte menos bonita” de sí misma y aclaró que no había buscado rentabilizar la polémica ni hacer una exclusiva: “No hago exclusivas hablando de cosas como esta…”, sentenció en un escrito que llama la atención por las incongruencias en las que, una vez más, cae la hija de Terelu.
Alejandra Rubio en Instagram
El comunicado continuó con un sutil reproche al estilo del programa: “En vez de recibir una mano tendida, recibo un guantazo… echo de menos el calor entre nosotros, un abrazo, una buena palabra y no siempre un reproche”. Justo después, con tono introspectivo, Alejandra se definió como “una chica de 25 años que no es perfecta y que lleva una coraza demasiado grande”.