A casi 90 años de edad, Alberto Vázquez – una de las voces más emblemáticas de México – atraviesa los días más difíciles de su vida.
Alguna vez aclamado como “la voz dorada del rock and roll” y dueño de un magnetismo que conquistó a millones de seguidores, hoy enfrenta cirugías, hospitalizaciones y rumores constantes sobre su estado de salud.
Aquella imagen del artista seguro de sí mismo, iluminado por los reflectores, ha quedado en la memoria, sustituida por la de un hombre mayor que libra en silencio la batalla más dura de su existencia.
La noticia de su ingreso hospitalario en Torreón, Coahuila, causó conmoción entre sus seguidores. En un inicio, circularon rumores de que se encontraba en terapia intensiva.

Fue su hijo, Arturo Vázquez, quien salió a desmentir y aclarar que su padre había sido sometido a un procedimiento cardiovascular programado, no a una cirugía de emergencia.
Aun así, ver a una leyenda de la música depender del cuidado médico constante provocó preocupación. Con voz débil pero firme, Alberto envió un mensaje de audio a través de Instagram pidiendo a sus fanáticos que no se alarmaran y asegurando que se encontraba “estable, pero delicado”.
La salud de Vázquez ha sido motivo de comentarios durante muchos años. El cantante padece de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), lo que le provoca dificultades respiratorias y tos persistente.
En 2022, obedeciendo las recomendaciones de su cardiólogo, tomó la dura decisión de retirarse definitivamente de los escenarios en vivo. Para un artista acostumbrado a cantar frente a decenas de miles de personas, fue un adiós doloroso.

Sin embargo, él mismo dejó claro que su voz seguía intacta y que continuaría grabando en estudio, acompañado de su familia, como una manera distinta de mantener viva la pasión que lo definió.
Nacido en 1940 en Guaymas, Sonora, Alberto Vázquez descubrió el arte en su juventud mientras estudiaba pintura en la Academia de San Carlos y en La Esmeralda. No obstante, la música pronto lo sedujo.
A los 14 años cantó por primera vez en público y, seis años después, lanzó su primer LP. Con un estilo profundo y seductor, rápidamente conquistó al público, sobre todo femenino, y se consagró como pionero del rock and roll en México junto a figuras como Angélica María, César Costa y Enrique Guzmán.
Sus éxitos El secreto, Rosalía, Olvídalo y, sobre todo, El pecador, marcaron a toda una generación. Además de su faceta como cantante, participó en más de 36 películas y grabó más de un centenar de discos.

Pero detrás del brillo artístico hubo una vida personal llena de excesos y polémicas. Vázquez disfrutó de una existencia ostentosa: mansiones, automóviles de lujo y, en un acto excéntrico que aún se recuerda, un león llamado Virgilio que vivía como mascota dentro de su casa.
En lo sentimental, su relación con la actriz Isela Vega dejó como fruto a su hijo Arturo, pero también una serie de disputas y distancias dolorosas. Los rumores de romance con Angélica María jamás fueron confirmados, aunque alimentaron la prensa del espectáculo durante años.
En cambio, su vínculo con Rosa María Vázquez fue considerado por muchos como el gran amor de su vida, basado en el respeto y en una conexión artística profunda.
Su matrimonio más reciente con Elizabeth Ranea, 43 años menor que él, lo volvió objeto de fuertes críticas en redes sociales. La pareja convivía desde 2005, pero fue hasta 2021 cuando decidieron casarse legalmente. De esa unión nació un hijo, Juan Alberto.

Frente a las acusaciones de oportunismo dirigidas a su esposa, Alberto siempre la defendió, afirmando que lo unía a ella un cariño sincero y que lo importante era la felicidad que compartían. “No se trata de la edad, sino de cómo vivimos y de lo que sentimos”, declaró en varias ocasiones.
Su hijo Arturo también lo respaldó, subrayando que el bienestar de su padre estaba por encima de todo.
Hoy, lejos de los escenarios, Alberto Vázquez ya no aparece con el cigarrillo en mano que lo caracterizaba ni ante multitudes que lo aplaudían con devoción. Ahora se dedica a grabar canciones junto a su familia, como Sonreír, y a mantener encendida la llama de su legado.
Su historia es la de un artista que vivió entre la gloria y la controversia, que conoció tanto la soledad como el esplendor, y que aún en la fragilidad de la vejez insiste en dejar como herencia lo único que nunca lo abandonó: la música.