El viernes 21 de noviembre marcó un antes y un después en Mediaset tras el inesperado despido de Alessandro Lequio, una figura que llevaba casi tres décadas colaborando en la cadena.
Este movimiento no solo sacudió los cimientos del medio, sino que también desató una ola de reacciones que están dejando a más de uno en evidencia, especialmente a María Patiño.
Desde el primer momento, las redes sociales y algunos programas mostraron una celebración casi histérica por la salida de Lequio.
Sin embargo, esta alegría desmedida no pasó desapercibida y muchos comenzaron a cuestionar las verdaderas motivaciones detrás de ella.

Se dice que el resentimiento hacia ciertos personajes dentro de la cadena, más que la justicia misma, impulsó esta reacción.
María Patiño, que siempre ha sido una figura polémica en el entorno mediático, se encuentra ahora en el ojo del huracán.
Ayer, durante un programa, fue expuesta y confrontada con verdades incómodas que la dejaron visiblemente nerviosa.
Lo más llamativo fue su declaración de sentirse víctima de un “engaño”, igual que Ana Obregón, tras el despido de Lequio.
Un argumento que suena a déjà vu para quienes recuerdan cuando Patiño defendió a Antonio David bajo la misma excusa.

La periodista insistió en que no sabía nada sobre los supuestos malos tratos y denuncias que pesaban sobre Lequio.
Pero, ¿es posible que alguien tan involucrado en el entorno mediático estuviera realmente “engañada” por segunda vez? La respuesta parece ser un rotundo no.
Imágenes y testimonios revelan que María Patiño mantenía una relación cercana con Lequio, compartiendo momentos de camaradería y confianza que contradicen su versión de desconocimiento.
En un video filtrado, se la ve disfrutando de situaciones distendidas junto al ahora excolaborador, lo que pone en tela de juicio su sinceridad.
Kiko Matamoros, otro veterano del medio, no dudó en sacudir a Patiño públicamente.

En una confrontación directa, Matamoros le recordó que todos en Mediaset conocían la verdad sobre Lequio, menos ella.
Su intento de escurrir el bulto y negar conocimiento fue recibido con incredulidad y críticas, dejando claro que su posición está más débil que nunca.
El nerviosismo de María Patiño es palpable.
Como si llevara un corset invisible que la aprieta y limita, parece atrapada entre la necesidad de defenderse y la imposibilidad de justificar su postura.
Su falta de rigor y profesionalidad ha sido señalada por muchos, especialmente en un tema tan delicado como la violencia de género.

El caso de Lequio no es aislado dentro de Mediaset.
La cadena ha sido señalada en múltiples ocasiones por su ambivalencia al tratar casos de maltrato y violencia, a menudo posicionándose solo cuando les conviene o cuando la presión social es insostenible.
Programas como “Sálvame” han sido acusados de humillar sistemáticamente a mujeres y de proteger a personajes cuestionables, lo que ha erosionado la credibilidad del medio.
Un ejemplo claro es el trato que recibió Raquel Bollo, víctima reconocida con sentencias judiciales, quien fue objeto de ataques y humillaciones incluso después de que el escándalo de la docuserie destapara muchas verdades.
La hipocresía y el doble rasero parecen ser moneda corriente en este entorno.
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Carlota Corredera, otra figura del canal, también está bajo la lupa.
Su papel en la defensa del despido de Lequio y su actitud en programas recientes han sido cuestionados, especialmente cuando se recuerda su entrevista a Pepe Navarro tras la docuserie, donde parecía ignorar o minimizar situaciones graves.
El escándalo ha dejado al descubierto una red de complicidades, silencios y traiciones dentro de Mediaset.
La salida de Lequio es solo la punta del iceberg de un problema mucho más profundo y estructural.
La pregunta que queda en el aire es: ¿quién más caerá en esta cadena de revelaciones?
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Y, sobre todo, ¿cuánto tiempo más podrá María Patiño mantener su fachada antes de sucumbir ante la presión?
El público, cada vez más crítico y consciente, exige transparencia y valentía.
Ya no basta con excusas ni con fingir desconocimiento.
En un momento donde la lucha contra la violencia de género y la defensa de la verdad son más importantes que nunca, figuras como Patiño deben decidir si están de lado de la justicia o del poder.
Mientras tanto, las redes sociales no dejan de arder con comentarios, memes y análisis que no perdonan ni un detalle.

La caída de María Patiño es un espectáculo mediático que pocos esperaban, pero que muchos celebran como un acto de justicia tardía.
Este drama no ha hecho más que comenzar.
La presión aumenta y las máscaras caen.
En este juego de poder y secretos, solo los más fuertes sobrevivirán.
Y para María Patiño, el reloj corre en su contra.
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¿Será capaz de redimirse?
¿O su carrera está condenada a naufragar en este escándalo?
El tiempo lo dirá, pero una cosa es segura: nadie olvida tan fácilmente cuando alguien dice “otra vez me engañan” y las pruebas demuestran lo contrario.
El espectáculo continúa, y nosotros estaremos atentos a cada giro y revelación.
Porque en el mundo del corazón y la televisión, la verdad siempre termina saliendo a la luz, aunque duela más que un bofetón “light”.