Continúa el revuelo generado por las declaraciones de Ana María Aldón en el programa “Fiesta”.
Su intervención ha desatado una serie de reacciones, especialmente por la forma en que justificó los ataques racistas de su propia hija hacia Gloria Camila, utilizando como argumento el hecho de que esta última es adoptada.
Este episodio es especialmente delicado, ya que se produce pocas semanas después de un encuentro casual entre Ana María, Rocío Carrasco y Fidel Albiac en un centro comercial, lo que ha sido el detonante de esta nueva polémica.
Para entender el contexto, es necesario recordar que en 2022, Gloria Camila denunció públicamente que Fidel se refirió a ella y a su hermano, José Fernando, como “los inmigrantes”.

Esta acusación no solo encendió el debate mediático, sino que fue corroborada por el periodista Antonio Rossi, quien afirmó haber escuchado a Fidel utilizar ese término de manera despectiva hacia los hermanos de su pareja.
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A pesar de la gravedad de lo ocurrido, el programa “Sálvame” intentó minimizar el impacto de este comentario, lo que sugiere que este no es un caso aislado, sino parte de una dinámica más amplia que ha estado presente durante años.
Uno de los momentos más delicados de esta historia fue cuando Gloria Camila, en el plató de “Ya son las 8”, afirmó que Fidel los llamaba “los inmigrantes” con un tono despectivo cuando eran niños.
La reacción en redes sociales fue inmediata, y el conflicto familiar se intensificó, llevando a Gloria Camila a alejarse de la televisión para priorizar su salud mental.
El periodista Antonio Rossi, conocido por su trabajo en programas como “El programa de Ana Rosa”, también corroboró el testimonio de Gloria Camila, lo que añadió peso a sus acusaciones.

Rossi aseguró que había escuchado a Fidel referirse a los hermanos con esos términos, lo que reveló la profundidad del conflicto familiar y el papel controvertido de Fidel en la historia.
Este testimonio contradice la imagen casi santificada de Fidel que se presentó en la docuserie “Rocío: contar la verdad para seguir viva”, donde muchos consideraron que se intentó blanquear su figura.
El escándalo se intensificó cuando Antonio Rossi confirmó públicamente que había escuchado a Fidel llamar “inmigrantes” a Gloria Camila y José Fernando.
A pesar de las negaciones de Fidel, la realidad es que estos comentarios han dejado una marca indeleble en la percepción pública de su figura.
La estrategia de “Sálvame” para desviar la atención de Fidel y culpar a Antonio David Flores por la controversia fue evidente, lo que resulta alarmante dado que se intenta justificar un comentario tan dañino.

La audiencia se mostró atónita al ver cómo el programa incluso se atrevió a mostrar la definición de “inmigrante” en el diccionario, tratando de minimizar la gravedad de lo que había dicho Fidel.
Sin embargo, lo que Antonio Rossi dejó claro es que el término fue utilizado de manera despectiva, lo que hace que cualquier intento de justificarlo sea completamente inaceptable.
La situación se volvió aún más absurda cuando “Sálvame” recurrió a Kiko Jiménez para intentar limpiar la imagen de Fidel, sugiriendo que fue Antonio David quien le contó a Gloria Camila cómo Fidel se refería a ella y a su hermano.
María Patiño también se unió a esta narrativa, afirmando que Gloria tenía una buena relación con Rocío y Fidel hasta 2011, insinuando que no estaba contando toda la verdad sobre su distanciamiento.
La realidad es que ninguno de ellos ha negado las acusaciones, y tratar de poner matices a este asunto es lo mismo que intentar justificar el racismo en un momento en que la sociedad está luchando por la igualdad.
El blanqueamiento de la polémica en torno a Fidel Albiac por parte de “Sálvame” es un claro ejemplo de cómo los medios pueden intentar manipular la narrativa en función de sus intereses.

Este episodio pone de manifiesto la necesidad de una reflexión profunda sobre el tipo de contenido que se difunde en la televisión y el impacto que tiene en la sociedad.
Es fundamental que los medios de comunicación asuman su responsabilidad y se comprometan a promover un discurso que no perpetúe el racismo ni la discriminación.
La historia de Ana María Aldón y sus comentarios, junto con las viejas acusaciones contra Fidel Albiac, no solo es un recordatorio de las tensiones familiares, sino también una llamada a la acción para todos nosotros.
Es hora de que la audiencia y los medios se unan para rechazar cualquier forma de odio y discriminación, y exigir un cambio en la forma en que se abordan estos temas en la televisión.
La pregunta que queda es: ¿cómo responderán los protagonistas de esta historia a la creciente presión pública?
Solo el tiempo lo dirá, pero lo que está claro es que la lucha contra el racismo y la discriminación debe continuar, tanto dentro como fuera de la pantalla.