Carlota Corredera, una de las caras más conocidas de la televisión española, vive un auténtico hundimiento en todos los frentes.
La presentadora gallega ha decidido cerrar su productora audiovisual “Alba Audiovisual”, fundada en 2021 junto a su entonces marido Carlos de la Maza, tras no lograr consolidar ningún proyecto relevante en estos cuatro años.
El cierre oficial de la sociedad se registró el pasado 1 de septiembre de 2025, en medio de un periodo complicado marcado por su reciente divorcio, la pérdida de peso mediático y una carrera profesional que parece no encontrar rumbo.
Su papel actual como presentadora ocasional del programa No somos nadie no le ha aportado estabilidad ni visibilidad.
Este declive profesional se suma al fracaso estrepitoso de su podcast Superlativas, que, pese a la fuerte inversión y expectativas, quedó paralizado y sin futuro apenas un año después de su lanzamiento.
Intentos similares de figuras como Jorge Javier Vázquez tampoco tuvieron éxito, evidenciando que la fama previa no garantiza el éxito en nuevos formatos digitales.
En lo personal, Corredera ha atravesado un proceso de separación matrimonial tras once años de matrimonio con Carlos de la Maza.
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La pareja, que había comprado un terreno en Pozuelo de Alarcón para construir la casa de sus sueños, ahora enfrenta un complicado escenario económico y emocional.
La vivienda, valorada entre 500,000 y 800,000 euros, supone un quebradero de cabeza para ambos, que deberán decidir si venden o si uno compra la parte del otro para evitar una mudanza traumática para su hija Alba.
Este divorcio se suma a la crisis profesional que vive Carlota, quien, pese a ser una figura feminista convencida y una de las caras visibles de Telecinco durante años, ha visto cómo su estrella se apagaba tras su implicación en la docuserie Rocío, contar la verdad para seguir viva.
Este documental, que fue el programa más visto de 2021, supuso un antes y un después en su carrera.
Corredera defendió con vehemencia el relato de Rocío Carrasco, enfrentándose a colaboradores y compañeros, y limitando cualquier disidencia en el plató.
Sin embargo, esa defensa férrea le pasó factura.
Fue señalada como responsable del sesgo del documental y del posterior declive de programas emblemáticos como Sálvame, que terminó cancelado y con la productora “La Fábrica de la Tele” en crisis.
La nueva cúpula de Mediaset no la considera ya un valor para la cadena, y su presencia en televisión es mínima.
Corredera misma reconoce que su etapa en Sálvame está cerrada y que debe aprender a pasar página, aunque admite que le gustaría volver a la televisión, algo que por el momento no sucede.
Además, la presentadora ha sido objeto de críticas públicas por parte de excompañeros y periodistas, como Jesús Manuel Ruiz, quien repasa su caída mediática y personal con dureza pero sin mentiras, recordando su enfrentamiento con colaboradores y su papel en la polémica docuserie.
En redes sociales, Carlota ha intentado mostrar fortaleza y agradecimiento a su círculo cercano, publicando mensajes sobre seguir adelante y afrontar nuevas etapas, pero la realidad es que su situación es complicada.
El feminismo radical que defendió en televisión, su compromiso con Rocío Carrasco y su postura en un tema tan delicado como la violencia de género la convirtieron en un personaje controvertido, con muchos apoyos pero también con numerosos detractores que la consideran responsable de la crisis que atravesó Telecinco.
Su caída profesional y personal es un ejemplo de cómo el mundo mediático puede ser implacable.
De ser una figura clave en uno de los programas más emblemáticos de España a quedar relegada a espacios con baja audiencia y proyectos fallidos, el camino de Corredera es una advertencia para quienes se involucran en polémicas televisivas sin medir las consecuencias.
El cierre de su productora es la última señal del declive.
Un proyecto empresarial que nació con grandes expectativas y que ahora termina con pérdidas económicas y sin proyectos consolidados.
Mientras tanto, Carlota enfrenta la difícil separación y las complicaciones económicas derivadas de la vivienda familiar, que podrían marcar un antes y un después en su vida.
¿Podrá la presentadora remontar este bache y reinventarse profesionalmente?
O, por el contrario, ¿su apoyo a Rocío Carrasco y la polémica que generó la docuserie la han condenado a un ostracismo mediático del que será difícil salir?
Por ahora, la imagen que queda es la de una mujer que pagó un alto precio por sus convicciones televisivas y personales, y que ahora debe reconstruir su vida desde cero.
En el implacable mundo de la televisión, el apoyo a una causa puede ser también el principio del fin.
Carlota Corredera lo sabe bien.
Y mientras intenta avanzar, el público observa y juzga.
El futuro está abierto, pero el pasado reciente pesa demasiado.
Solo el tiempo dirá si esta caída será temporal o definitiva.