El fin de semana pasado, la monarquía española volvió a ser centro de atención, pero no por un acto oficial conjunto, sino por la inusual ausencia de la reina Letizia en un evento social donde sí estuvo presente el rey Felipe VI.
El rey apareció en Úbeda, Jaén, en una boda acompañando a sus amigos de la promoción militar, pero sin la compañía de su esposa, lo que ha generado toda clase de especulaciones.
Mientras Letizia, que acaba de cumplir 53 años, emprendía un viaje institucional junto a Felipe a Egipto para fortalecer vínculos diplomáticos y culturales, el rey decidió darse un respiro y compartir un almuerzo informal con sus camaradas militares en un hotel de Úbeda.
Lo curioso es que este encuentro coincidió con una de las bodas más esperadas de la temporada, la de Cristina Ponce, hija de la marquesa de la Rambla, a la que Letizia no asistió.
Aunque fuentes oficiales aseguran que la asistencia de Felipe a la boda no estaba prevista y que fue una mera coincidencia, la presencia del monarca no pasó desapercibida.
Se mostró cercano, posó para fotos con el personal del hotel y con algunos invitados, dejando una imagen poco habitual para alguien de su rango: vestido informal, con vaqueros, camisa de rayas y gafas de sol, sin corbata ni etiqueta formal.
Esta actitud relajada y la ausencia de Letizia han despertado la curiosidad de la prensa y del público.
Los titulares no tardaron en destacar el “Felipe sin Letizia”, y la pregunta que muchos se hacen es si esta separación temporal es solo un descanso o una señal de tensiones más profundas en la pareja real.
Desde hace tiempo se rumorea que los reyes hacen planes separados con frecuencia, y este fin de semana parece haber confirmado esa tendencia.
Mientras Felipe disfrutaba con sus amigos militares, Letizia se quedaba en España, aunque inicialmente se había contemplado que asistiera a la final de la Vuelta Ciclista a España, evento que finalmente fue suspendido.
La situación familiar también añade un matiz a esta separación temporal.
Sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, están lejos: Leonor en Murcia y Sofía en Portugal, dejando a los reyes con un “nido vacío” que parece influir en sus agendas y estados de ánimo.
El viaje a Egipto que emprenderán ambos a partir del martes es especialmente significativo, ya que será la primera visita oficial de los Reyes a ese país desde la proclamación de Felipe VI en 2014.
La agenda incluye encuentros con el presidente Abdel Fattah al-Sisi y su esposa, además de proyectos culturales y científicos en El Cairo y Luxor, con importantes misiones arqueológicas.
Pero mientras se prepara esta importante misión diplomática, la atención mediática se centra en la ausencia de Letizia en la boda y en la actitud pública de Felipe.
Algunos analistas sugieren que la imagen del rey en Jaén podría ser una especie de “llamada de atención” hacia su esposa, mostrando que él sí está presente en eventos sociales, aunque sea de manera informal y sin protocolo.
Por otro lado, Letizia ha sido vista recientemente en compañía de su nueva directora de comunicación, Marta Carazo, ex presentadora del Telediario de la noche, con quien parece haber estrechado una relación cercana.
Esta nueva alianza podría estar relacionada con cambios en la estrategia mediática de la reina, que busca proyectar una imagen renovada y más cercana.
Los rumores sobre Letizia no cesan: algunos hablan de viajes privados, otros de supuestas relaciones con figuras del cine o incluso de escapadas a República Dominicana.
Sin embargo, muchas de estas afirmaciones carecen de fundamento y han sido calificadas como bulos por expertos y periodistas.
Lo cierto es que la ausencia de transparencia y la falta de apariciones conjuntas de los Reyes en eventos sociales generan inquietud y alimentan especulaciones.
La prensa especializada apunta a que el otoño será una temporada intensa para la familia real, con posibles tensiones internas y desafíos públicos que podrían poner a prueba la estabilidad de la institución.
Las imágenes de Felipe en la boda, sonriente y accesible, contrastan con la “desaparición” de Letizia, quien parece estar optando por una estrategia más discreta y selectiva en su presencia pública.
Esta dinámica ha abierto un debate sobre la vida privada de los monarcas y la dificultad de equilibrar el protocolo con la realidad personal.
En definitiva, la extraña desaparición de Letizia en Jaén y la presencia solitaria de Felipe en un evento social con amigos militares no solo ha generado titulares llamativos, sino que también ha puesto en evidencia las complejidades y desafíos que enfrenta la monarquía española en la actualidad.
¿Estamos ante un simple descanso de pareja o el preludio de una crisis más profunda?
¿Qué mensajes quiere enviar Felipe con su actitud pública?
Y, sobre todo, ¿cómo responderá Letizia a esta situación en los próximos días?
Mientras la familia real se prepara para su viaje a Egipto y enfrenta un otoño cargado de eventos y posibles polémicas, la opinión pública y los medios seguirán atentos a cada movimiento, buscando pistas sobre el verdadero estado de la corona y sus protagonistas.
Lo único cierto es que, en la monarquía, cada gesto cuenta y cada ausencia habla más de lo que aparenta.
Y en esta ocasión, la reina Letizia ha dejado un vacío en Jaén que nadie puede ignorar.