Telecinco ha entrado en una crisis profunda que ya se siente en cada rincón de sus estudios.
La noticia bomba llegó sin previo aviso: la cancelación definitiva de “Tardear”, un programa que desde su inicio fue considerado un experimento extraño y poco atractivo para la audiencia.
Pero la sorpresa no termina ahí; Joaquín Prat, uno de los rostros más consolidados y queridos de la cadena, ha sido sacrificado en esta reestructuración para dar paso a un nuevo formato impulsado directamente por Ana Rosa Quintana.
Este movimiento ha generado un caos absoluto dentro de la cadena, donde nadie parece tener el timón firme.
La apuesta de Telecinco es clara: más política en las tardes, un intento por captar un público que, según sus cálculos, estaría hambriento de debate político.
Sin embargo, la realidad parece ser otra.
El nuevo programa que sustituirá a “Tardear” contará con tres mesas temáticas: una dedicada a la política, otra a la actualidad y sucesos, y una tercera enfocada en temas de corazón, todo presentado por Joaquín Prat.
Pero, ¿es esta la fórmula ganadora?
Desde hace tiempo, la audiencia ha mostrado su cansancio ante la saturación de programas políticos.
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La estrategia de Telecinco parece ignorar esta tendencia, apostando por un contenido que muchos consideran repetitivo y poco innovador.
Además, la llegada de Patricia Pardo para presentar las mañanas no ha sido bien recibida.
Aunque tiene experiencia, su imagen se ha diluido y no termina de conectar con los espectadores, lo que añade más incertidumbre a la programación matutina.
Los despidos masivos han sido otro golpe duro para la cadena.
Colaboradores que llegaron como parte de la “cuarta división” de Sálvame, como Carmen Borrego, Raquel Bollo, Canales Rivera y Marta López, están siendo despedidos o relegados.
Solo unos pocos, considerados “clásicos” dentro de la productora de Ana Rosa Quintana, parecen tener asegurada su continuidad.
Entre ellos destacan nombres como Antonio Rossi, Paloma Barrientos y Marisa Martín Velázquez.
Pero el problema no es solo quién se va, sino la forma en que Telecinco ha gestionado estos cambios.
La cadena parece estar renunciando a su esencia para convertirse en un canal de política 24/7, lo que no ha gustado a gran parte de su público habitual.
La audiencia, que ya había abandonado programas como “Así es la vida” y “Sálvame” en sus versiones anteriores, ahora se muestra aún más esquiva ante este nuevo rumbo.
Uno de los casos más llamativos es el de Verónica Dulanto, conocida en los pasillos de Mediaset como “la enterradora de programas”.
Su paso por varios formatos ha coincidido con la caída de estos, y muchos la señalan como parte del problema.
Aunque su trabajo en reportajes de investigación ha sido valorado, su faceta como presentadora no ha logrado empatizar con el público, lo que ha contribuido a la mala suerte de los espacios que ha liderado.
En contraste, Adriana Dorons Soro parece ser una de las pocas luces en medio de esta tormenta.
Su manejo de la sección de corazón ha recibido elogios y muchos esperan que no sea desplazada para dar paso a rostros menos carismáticos.
Su talento podría ser clave para mantener algo de estabilidad en la parrilla, aunque el futuro es incierto.
El drama se intensifica cuando se analiza la situación técnica y de producción.
Los despidos afectan especialmente a los equipos de redacción y técnicos, quienes son el motor silencioso detrás de cada programa.
La incertidumbre sobre su reubicación o despido total añade una capa más de preocupación en el ambiente laboral de Telecinco.
La crisis de la cadena no es nueva, pero nunca había sido tan evidente.
La falta de un liderazgo claro y la apuesta por contenidos que no conectan con la audiencia han llevado a Telecinco a un punto crítico.
La competencia, con programas como “Mañaneros 360” y “Espejo Público” en Antena 3 y La 1, respectivamente, ha superado ampliamente a la cadena de Mediaset en términos de audiencia y calidad percibida.
El caso de “El diario de Jorge” es un ejemplo de cómo Telecinco intenta captar público con formatos diferentes, aunque con resultados mixtos.
A pesar de lograr un 10% de audiencia, el programa sigue siendo criticado por su contenido artificial y sensacionalista, lo que refleja la dificultad de la cadena para encontrar un equilibrio entre entretenimiento y credibilidad.
Por último, la figura de Ana Rosa Quintana se vuelve central en esta historia.
Su productora está al mando de muchos de los cambios y decisiones, pero la reacción interna no ha sido positiva.
Se habla de un “cabreo monumental” dentro de la productora, lo que refleja las tensiones y las dudas sobre la estrategia adoptada.
En definitiva, Telecinco enfrenta un momento decisivo.
La cancelación de “Tardear” y el sacrificio de Joaquín Prat son solo la punta del iceberg.
La cadena debe replantear su rumbo si quiere recuperar la confianza de su audiencia y evitar que la crisis se profundice aún más.
Mientras tanto, los espectadores observan con escepticismo y cierta ironía cómo la política se convierte en la excusa perfecta para un desastre anunciado.
¿Será este el principio del fin para Telecinco tal como la conocemos?
Solo el tiempo lo dirá, pero lo cierto es que la cadena ha dejado claro que no teme arriesgarlo todo, aunque eso signifique perder a sus mejores talentos y a su público más fiel.
Y como dirían algunos con sorna: “Si la política es la salvación, entonces Telecinco está condenada a naufragar en un mar de debates sin fin.”