La imagen de unidad y armonía que la Casa Real española intenta proyectar se ha visto seriamente dañada tras los recientes acontecimientos en Mallorca.
La princesa de Asturias, Leonor, y su hermana, la infanta Sofía, brillaron con luz propia en Basilea, mostrando fortaleza y carisma en la final de la Eurocopa femenina, pero la calma duró poco.
Fuentes cercanas al entorno real revelan que la relación entre las hijas y su madre, Letizia, es mucho más tensa de lo que parece.
La reina consorte, conocida por su carácter firme y su control férreo sobre la familia, estaría limitando cada vez más la libertad de sus hijas, especialmente en lo que respecta a mantener vivas las tradiciones borbónicas.
Uno de los ejemplos más claros de esta tensión es la reciente polémica entorno a la participación de Leonor en la Copa del Rey de Vela, un evento con una larga historia en la familia real y una pasión compartida por el rey Felipe VI y su padre, el rey emérito Juan Carlos I.
La vela es más que un deporte para los Borbones; es una tradición que simboliza unidad y legado.
Sin embargo, Letizia ha impuesto su veto para que Leonor no compita junto a su padre en Mallorca.
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Según el medio catalán El Nacional, esta decisión ha sido tomada con una presión intensa y un control absoluto que muchos califican de “demoníaco”.
La reina consorte, acostumbrada a ser la que “parte el bacalao”, estaría temerosa de que la presencia conjunta de padre e hija en un evento tan emblemático genere una atención mediática que ella no puede controlar.
Esta situación ha generado un verdadero terremoto en la Casa Real.
La reina Sofía, abuela de las jóvenes, siempre apoyó que sus nietas recibieran formación en vela, incluso pagando cursos veraniegos para ellas, fomentando así la conexión con sus raíces.
Pero Letizia, desde que llegó a la familia, ha tratado de apartar a sus hijas de estas tradiciones, vetando cualquier contacto con la anterior monarquía y sus costumbres.
El resultado es un choque generacional y de valores que está desgarrando a la familia por dentro.
Leonor, que ya ha terminado su formación militar en la Armada y ha desarrollado una pasión genuina por la vela, quiere participar activamente en las regatas, pero se encuentra con un muro infranqueable: su propia madre.
Este veto no solo afecta a la relación personal entre madre e hija, sino que también pone en jaque la imagen pública de la corona.
La posibilidad de que la heredera al trono y el rey participen juntos habría sido un símbolo poderoso de continuidad y estabilidad, pero ahora se ha convertido en un foco de controversia y división.
Además, la ausencia de Leonor en el evento deportivo coincide con un distanciamiento palpable en la agenda oficial de la Casa Real.
Mientras Felipe VI se encuentra ocupado en Mallorca con sus compromisos, Letizia ha optado por mantenerse alejada, desplazándose a Tenerife para un acto cultural.
Esta separación física refuerza la percepción de un conflicto latente.
El veto de Letizia ha despertado críticas tanto en medios como en redes sociales.
Muchos se preguntan qué teme realmente la reina consorte: ¿es el protagonismo de su hija junto a su esposo?
¿O un intento de borrar todo rastro de la tradición que ella misma considera anticuada o incómoda?
La polémica también revive las tensiones previas con la reina emérita Sofía, a quien Letizia habría dificultado el contacto con sus nietas en varias ocasiones, generando desencuentros familiares y tristeza en la matriarca.
A pesar de la presión y las maniobras de Letizia, fuentes internas señalan que Leonor podría finalmente participar en la regata, aunque no está claro bajo qué condiciones ni si será junto a su padre.
Esta incertidumbre mantiene a la opinión pública en vilo y a los medios expectantes.
El caso pone en evidencia un drama mucho más profundo que la simple organización de un evento deportivo.
Se trata de una batalla por los roles, el poder y la imagen dentro de una de las familias más observadas del mundo.
Letizia, con su carácter fuerte y su estilo controlador, parece estar marcando un antes y un después en la Casa Real, rompiendo con tradiciones centenarias y generando una crisis interna que podría tener consecuencias duraderas.
Para muchos, esta actitud es una muestra de inseguridad y miedo a perder el control, mientras que otros la ven como un ejercicio legítimo de protección hacia sus hijas en un entorno público cada vez más hostil.
Lo que está claro es que la historia de la vela en Mallorca ya no es solo una cuestión deportiva, sino un símbolo del choque entre el pasado y el presente, entre la tradición y la modernidad, y entre el poder y la libertad personal.
En definitiva, el bochornoso veto de Letizia a la participación conjunta de Felipe VI y Leonor en la Copa del Rey de Vela no solo ha levantado ampollas en Mallorca, sino que ha abierto una herida visible en la Corona española.
Y mientras las aguas de la bahía de Palma se mantienen tranquilas, en el corazón de la familia real la tormenta no cesa, dejando en el aire la pregunta que todos se hacen: ¿podrá la Corona navegar hacia un futuro unido, o está condenada a naufragar en sus propias disputas internas?