El amor a primera vista ha sido tema de un sinfín de debates. Por un lado, hay una postura que indica que lo que conocemos como amor a primera vista no es más que una fuerte atracción inicial, altamente motivada por el físico.
Corría el año 1990, y la carrera de Julio Iglesias se encontraba en la cima del mundo musical. Había sido reconocido hace unos años por el Libro Guinness de los récords por vender más de cien millones de discos en todo el mundo,
y se encontraba en una de sus muchas giras internacionales. Una mañana de diciembre, Julio se encontraba en la ciudad de Yakarta, Indonesia, donde su vida daría un giro inesperado al ver a una muchacha holandesa esperando sus maletas en el aeropuerto.
Cuenta la leyenda que, al ver a esta muchacha, el astro español le dijo a su acompañante: “Esa va a ser mi mujer”. Julio Iglesias se acercó a ella y la invitó para que asistiera a su concierto de esa noche. La chica, tras dudar por un momento, aceptó la invitación. Así es como Julio Iglesias conoció a Miranda Rijnsburger, quien se convertiría en el amor de su vida.
Julio Iglesias ha declarado en más de una ocasión que no cree en el destino, sino en las circunstancias, pero su historia de amor parece ser viva evidencia de lo contrario. Julio comenzó a componer a los 19 años, luego de sufrir un grave accidente que truncó su carrera como futbolista y que lo dejó con problemas en la espalda. Así fue como el destino terminó llevándolo al aeropuerto de Yakarta. Lo que él no sabía es que ahí lo esperaba el amor de su vida, una muchacha que también había sufrido de problemas en la espalda a causa de un grave accidente a los 19 años.